Todos hemos vivido la experiencia de estar de pie, solos, en medio de un salón lleno de extraños que charlan alegremente, preguntándonos sobre qué diablos están hablando con tanto entusiasmo. Es muy simple. Están hablando de ellos mismos. Una gran parte de la conversación, entre extraños, consiste en la autorevelación.
Al principio la
autorevelación puede parecer un poco resbaladiza. Debe prestar atención al
contenido de lo que le dice el otro. ¿Cuánto está revelando esa
persona de sí misma? ¿Cuánto conoce? ¿Cuál es la relación entre
ustedes? ¿Está bien que usted releve tanto? No hay nada tan
desconcertante como alguien a quien apenas conoce acercándose y
lanzando un largo monólogo sobre su infancia desgraciada o su
matrimonio al borde de la ruptura.
En la mayoría de casos, la
revelación debería ser un proceso lento y hay formas de usar la
revelación de sí mismo para presentarse gradualmente ante los demás
durante una conversación.
- Ofrezca algo más que hechos. Cuando hable de un libro, etc permita que los que le escuchan conozcan su opinión; déjeles ver un poco de usted detrás de lo que cuenta.
- Descríbase en una situación. Si alguien le pregunta cómo le fue en un viaje, no le cuente sólo lo que vio. Descríbase en la situación. "Ahí estaba yo tratando de encontrar el camino al baño en la oscuridad cuando tropecé con ese animal peludo..."
- Presente una imagen equilibrada de su persona. Nadie es perfecto y a la gente no le gusta conversar con alguien que sólo habla de sus buenas cualidades y experiencias. Nos preguntamos si es vanidosa. Admitir los pequeños defectos nos hace parecer más humanos y reales.
Recuerde
cuando habla de sí mismo que debe tener en cuenta con quién está
hablando. ¿Conoce bien esa persona? También considere el lugar en
el que están ¿Es adecuado o no tener una conversación muy personal
en esas circunstancias? ¿Cuánto revela la otra persona?
Si no
está acostumbrado a revelar mucho de sí mismo, puede llevarle
tiempo lograr el equilibrio. Si exagera la autorevelación puede
hacer que la gente se sienta incómoda por saber demasiado de usted
en muy poco tiempo. Si rehúsa abrirse a los demás, parecerá
frio y nada amistoso. No va a poder formar amistades con rapidez
si no permite que las otras personas sepan qué cosas le interesan y
le motivan.
Una forma de calibrar cuánto revelar de sí mismo es pensar cuánto le gustaría saber del otro.
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