BEBÉSYMAS
Gritar a los niños daña su autoestima, dejando una huella psicológica irreversible que no se borra con un beso y un abrazo.
Gritos, amenazas y chantajes son violencia psicológica, manifestaciones de maltrato, aunque nos cueste verlo.
¿POR QUÉ GRITAMOS?
Este artículo da múltiples razones para dejar de gritar a nuestros hijos. Está muy bien, y te da mucho a reflexionar sobre nuestra propia conducta, hasta te asusta, ya que te hace pensar que va a ser difícil remediar los errores que has venido cometiendo durante años.
- Cuanto más gritemos, más problemas sociales tendrán nuestros hijos: serán víctimas de hostigamiento, o serán hostigadores, les costará hacer amigos y mantenerlos.
- Y, cuanto más gritemos, mayor será la tendencia de nuestros hijos a presentar falta de concentración para hacer los deberes.
- Si les gritamos ininterrumpidamente durante dos décadas (es decir, durante los años de la adolescencia) entonces, una vez adultos, tenderán a presentar: más desórdenes de personalidad, más problemas de relación, más depresión y ansiedad, más problemas de salud, más dificultades como padres, más disfunciones de todo tipo posible.
- Cuanto más gritemos a nuestros hijos, menos les vamos a agradar. Cuanto menos les agrademos, tanto menos querrán parecerse a nosotros.
- Muy posiblemente nuestros nietos también reciban gritos porque hemos incorporado un "programa de gritos" a su crianza. Cuando les gritamos a nuestros hijos, también les estamos gritando a nuestros nietos, bisnietos y... a los que vendrán.
POR SARAH CHANA RADCLIFFE
Sarah Jana Radcliffe , Doctorada en Psicología , es la autora de “Eduque a sus hijos sin levantar la voz”
Explotar frente o hacia tus hijos no está bien. Puede causar daños severos en la psique de los niños, dice el psicólogo Matthew McKay Ph.D, profesor en el Instituto Wright en Berkeley, California, coautor de Cuando el enojo hiere a tus hijos. "Estudios han probado que los padres que expresan demasiado enojo o ira frente a sus hijos, generan hijos menos empáticos. Estos niños son más agresivos y más depresivos que sus compañeros provenientes de familias más tranquilas, y les va peor en la escuela. El enojo tiene una forma de disminuirla habilidad de los niños de adaptarse al mundo" dice McKay.
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