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domingo, 27 de julio de 2014

Gritar a los hijos




BEBÉSYMAS

Gritar a los niños daña su autoestima, dejando una huella psicológica irreversible que no se borra con un beso y un abrazo.

Gritos, amenazas y chantajes son violencia psicológica, manifestaciones de maltrato, aunque nos cueste verlo.

¿POR QUÉ GRITAMOS?

Este artículo da múltiples razones para dejar de gritar a nuestros hijos. Está muy bien, y te da mucho a reflexionar sobre nuestra propia conducta, hasta te asusta, ya que te hace pensar que va a ser difícil remediar los errores que has venido cometiendo durante años.

  • Cuanto más gritemos, más problemas sociales tendrán nuestros hijos: serán víctimas de hostigamiento, o serán hostigadores, les costará hacer amigos y mantenerlos
  • Y, cuanto más gritemos, mayor será la tendencia de nuestros hijos a presentar falta de concentración para hacer los deberes.
  • Si les gritamos ininterrumpidamente durante dos décadas (es decir, durante los años de la adolescencia) entonces, una vez adultos, tenderán a presentar: más desórdenes de personalidad, más problemas de relación, más depresión y ansiedad, más problemas de salud, más dificultades como padres, más disfunciones de todo tipo posible.
  • Cuanto más gritemos a nuestros hijos, menos les vamos a agradar. Cuanto menos les agrademos, tanto menos querrán parecerse a nosotros. 
  • Muy posiblemente nuestros nietos también reciban gritos porque hemos incorporado un "programa de gritos" a su crianza. Cuando les gritamos a nuestros hijos, también les estamos gritando a nuestros nietos, bisnietos y... a los que vendrán.
POR SARAH CHANA RADCLIFFE
Sarah Jana Radcliffe , Doctorada en Psicología , es la autora de “Eduque a sus hijos sin levantar la voz”


Explotar frente o hacia tus hijos no está bien. Puede causar daños severos en la psique de los niños, dice el psicólogo Matthew McKay Ph.D, profesor en el Instituto Wright en Berkeley, California, coautor de Cuando el enojo hiere a tus hijos. "Estudios han probado que los padres que expresan demasiado enojo o ira frente a sus hijos, generan hijos menos empáticos. Estos niños son más agresivos y más depresivos que sus compañeros provenientes de familias más tranquilas, y les va peor en la escuela. El enojo tiene una forma de disminuirla habilidad de los niños de adaptarse al mundo" dice McKay.


Quizás te interese las siguientes entradas de este blog sobre El Control de la Ira (menú desplegable en Noviembre 2013)

lunes, 10 de febrero de 2014

¿Controlas la ira o practicas la "terapia del portazo"?

La ira es una emoción humana natural, pero cuando está fuera de control y se vuelve destructiva, puede provocar muchos problemas en las relaciones personales.

Golpear puertas u objetos para "sacar la ira" o "desahogarse" es más perjudicial que beneficioso.

La ira es una emoción que varía en intensidad: puede ir desde una pequeña irritación hasta una peligrosa e impredecible agresividad, que puede afectar a la calidad de vida con los compañeros de trabajo, los amigos y la propia familia.

La ira puede ser provocada tanto por acontecimientos internos como externos. Hay gente que se puede irritar con una persona determinada o por situaciones diversas o también por preocupaciones u obsesiones personales que no quiere o no sabe afrontar. Provenga de donde provenga la causa de la ira, es esencial controlarla.

La forma instintiva de expresar la ira es responder agresivamente. Esto nos permite defendernos cuando somos atacados. Un cierto grado de ira es, por tanto, necesario para nuestra supervivencia. Pero, por otro lado, no podemos repartir golpes a diestro y siniestro a las personas o los objetos que nos molestan.

Recientes estudios han demostrado, además, que descargar la cólera dando portazos o golpeando objetos acrecienta la conducta agresiva en vez de reducirla.

Para controlar la ira cuando aparece, es preferible antes cualquier cosa, como, por ejemplo, contar hasta cien.

Expresar la ira en una forma asertiva (no agresiva) es la fórmula más saludable. Permite aprender cómo clarificar las necesidades y cómo satisfacerlas sin herir a los demás. Ser asertivo significa no gritar, no empujar y no pisar a los demás.

Podemos suprimir o reorientar la ira cuando ésta aparece, deteniendo los pensamientos que la generan y enfocándolos sobre algo positivo. El peligro de este tipo de respuesta es que, al no exteriorizar la irritación, ésta puede quedarse "almacenada" en el interior y sacarla luego a destiempo.

La ira guardada puede crear, aparte de problemas psicosomáticos, conductas de agresión pasiva; por ejemplo poner caras largas a la gente sin  decirle el porqué, en vez de enfrentarse racionalmente a la causa de su irritación, o comportarse con hostilidad, insultando o criticando.

No sólo hemos de controlar nuestra conducta externa, sino también nuestras respuestas internas, tomándonos tiempo para calmarnos y permitir que los sentimientos amainen.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Claves para controlar la ira

1- Control de las emociones.

No podemos controlar  las cosas que hace la gente ni podemos cambiar a las personas, pero podemos aprender a controlar nuestras reacciones. ¿Cómo? Desplazando los sentimientos negativos por otros más positivos que te tranquilicen.

2- Relajación

Respirar profundamente y concentrarte en imágenes relajantes. Practica esta técnica diariamente, en cualquier situación mínimamente tensa, para que se active automáticamente cuando sea necesario.

3- Baja tolerancia a la frustración

Si te enfureces fácilmente, puedes padecer lo que los psicólogos llaman "baja tolerancia a la frustración". Entre otras, una de las causas puede ser genética. Hay evidencias de que algunos niños nacen irritables.

4- La ira mata: contrólala si quieres salvar tu vida

La gente que se enfada y mantiene ese estado de ánimo cierto tiempo es más propensa a sufrir un ataque al corazón, generar un cáncer y perjudica, además, en su trabajo. Nosotros podemos elegir qué reacción tener.

5- Envíate este mensaje: ¡Basta!

Cuando seas consciente de que te has irritado, di inmediatamente y en voz alta "BASTA", la fuerza de tu ira pierde presión y la puedes empezar a controlar. Te puede ayudar recordar imágenes relajantes, como una situación vivida con una persona amada, un paseo, un alimento cuyo sabor te fascine, etc.

6- Ponte en el lugar del otro

Concédele el beneficio de la duda, Puedes pensar que estas tácticas son autoengaños, pero te permiten controlar y cortar tu ira, calmar tu respuesta emocional, y eso beneficia inmediatamente a tu salud. Tu presión sanguínea desciende y tus palpitaciones en el corazón vuelven a sus ritmos normales.


7- Tácticas mentales: meditación

Si tú prevés que deberás afrontar alguna situación conflictiva, practicar la meditación puede serte también muy útil. Bastan quince minutos diarios.

8- Ocasiones en las que es preciso actuar

Cuando haya un motivo para estar irritado -porque algo puede y debe ser modificado- canaliza tu energía en la dirección adecuada. Comunícale a la otra persona lo que te inquieta. Dile cómo te sientes por ello y pídele, sin alterarte. lo que debe cambiarse. Por ejemplo: Cuando me interrumpes mientras estoy hablando, me siento frustrada. ¿Podrías hacer un esfuerzo para esperar a que yo termine?

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Agresividades Ocultas

La Ley del silencio: el agresivo-pasivo

Acumular ira o rabia puede tomar la forma de agresión pasiva: el otro puede hacerte la vida imposible y tú no eres capaz de relacionar la causa. Un ejemplo es el del empleado que está en desacuerdo con el nuevo trabajo que le ha asignado su jefe, pero no le dice nada. Sin embargo, a partir de ese día, empieza a llegar tarde sistemáticamente a la oficina, poniéndole mala cara a su superior.

Estos comportamientos son típicos de las personas agresivo-pasivas. Éstas padecen un trastorno de personalidad destructivo. Todos nosotros nos hemos comportado así de chiquillos para rebelarnos contra la autoridad paterna o adulta en general. Sin embargo, algunas personas nunca superan esta etapa y siguen comportándose de adultos con la misma agresividad pasiva.

¿Cuál es el origen de ese comportamiento agresivo-pasivo? Las personas que se conducen así, con toda probabilidad, no han sido bien tratadas por sus padres en la infancia, y han engendrado desconfianza y suspicacia. De adultos, ven malas intenciones en quienes representan el papel que tuvieron sus padres (jefes, amigos o parejas dominantes, etc). Su agresividad pasiva consiste en poner malas caras, suspirar quejumbrosamente o reaccionar con silencios para hacer sentir culpables a sus víctimas, porque casi siempre ocultan lo que sienten de verdad. No hablan directamente de sus problemas o sentimientos. Son seres dependientes, pesimistas, y como inseguros que son, les falta asertividad. Alteran las situaciones de forma que se ven a sí mismos víctimas explotadas por los demás. Necesitan, por tanto, un adversario para sentirse poderosas.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

El arte de criticar - Reglas de oro



Los humanos tenemos una fuerte propensión a criticar, pero pocos saben cómo hacerlo para conseguir el efecto deseado. En vez de mejorar la situación o la conducta de alguien, la crítica a menudo empeora la relación, por varios motivos:

- La falta de habilidad para criticar correctamente.
- El deseo de cambiar al otro.
- Buscar con la crítica el desahogo personal o la venganza por algo que nos enrabió en el pasado.

¿Por qué criticamos?

Si de niños, por ejemplo, fuimos severamente criticados por ser descuidados, de adultos sentiremos una irresistible propensión a criticar lo mismo en los demás.

Reglas de oro para realizar críticas correctas

1- Evita las críticas (sobre todo de aquellas cosas que nos se pueden cambiar)

Una forma de evitar la crítica es dar un paso atrás cuando sientas ese impulso. Pregúntate: ¿Qué hubiera hecho yo en su lugar? La clave para que una crítica funcione es ponerse en el lugar del otro.

Si tú encuentras que los motivos que hay detrás de tus ansias de criticar son la ira y los rencores acumulados, evita realizar crítica alguna. Si somos capaces de meternos verdaderamente en la piel del otro, lo más probable es que abandonemos la idea de acusarlo. Prestamos tanta atención a los defectos de los otros, que morimos sin haber tenido tiempo de conocer los nuestros.

Pero evitar una crítica cuando es necesaria también refleja una falta de confianza en la capacidad del otro para aceptarla o reaccionar adecuadamente. Sé que no voy a conseguir nada es la premonitoria justificación del que debería criticar y lo evita por miedo a la reacción del otro. Sin embargo los sentimientos de frustración acumulados por críticas reprimidas pueden provocar resentimientos, y, con posterioridad, cualquier insignificante incidente puede convertirse en el detonante para explotar de forma inoportuna.


Criticar debería ser siempre el último recurso cuando se han agotado la cortesía y la tolerancia ante la reincidencia de un hecho. Pero si la crítica es inevitable, es preciso aprender a hacerla sin herir emocionalmente al acusado. De lo contrario, la persona criticada se pondrá a la defensiva o en nuestra contra. Es como si quemásemos el puente después de atravesarlo, sin tener en cuenta las veces que tendremos  que pasar por el mismo río.


Por otro lado,  hacer comentarios o dar consejos no solicitados es otra forma de crítica que suele enojar a la gente. En situaciones como ésta, es preferible hacer saber a tu interlocutor que tú puedes ayudarlo, y preguntarle si le gustaría escucharte. Si la respuesta es no, no hay que insistir.

2- Critica sólo cuando sea necesario

La única razón que ha de perseguir la crítica es resolver un problema o modificar una situación o conducta. Si tienes dudas, pide una explicación al que vas a criticar.

Si finalmente emites una crítica, empiézala con algún elogio y después, valora los logros diciéndole frases como "Me alegro de haber hablado esto contigo"

3- Espera el momento y el lugar oportunos

La crítica debe hacerse cara a cara, no de forma anónima o indirecta a través de terceras personas. El momento adecuado es inmediatamente después de producirse el hecho criticable, pero no siempre se permanece sosegado para criticar. Asegúrate de que la persona a la que vas a criticar no está afectada por ningún problema, y tú tampoco. Sólo cuando la irritación y la ira se han aplacado se pueden controlar las palabras y el tono que deben emplearse para que la crítica sea correcta. Si alguno de los implicados está irritado, el conflicto puede aumentar.

Tampoco se debe criticar públicamente. Hay que evitar la humillación y el resentimiento que pueden provocar en la persona acusada. Una crítica hecha en público casi siempre es contraproducente. Incluso haciendo la crítica en privado, no es ético anunciarla ante terceros diciendo "Quiero hablar contigo!". El tono ya denota que no lo llamas para imponerle una medalla en su solapa.

4- Las críticas, una a una, y aportando sugerencias

No se deben acumular distintas críticas al mismo tiempo. Tampoco es conveniente repetir la crítica una vez formulada. Toda crítica ha de ir acompañada, además, de sugerencias concretas (no limitarse a resaltar los aspectos negativos). Y en éstas hay que evitar expresiones como "deberías hacer" o "deberías haber hecho" (los "debes" te hacen parecer rígido y pedante). Asegúrate, por otra parte, de que tú serías capaz de aceptar la misma crítica.

Evita dar la impresión de que te preocupas más de que el otro siga tus consejos que de ayudarlo a que mejore.

5- No generalices

Hay que evitar etiquetar o calificar a la persona que se critica. En vez de un ataque personal como, por ejemplo, "eres un egoísta", podemos decir "si realmente somos amigos, tendríamos que hacer las cosas de mutuo acuerdo". Por tanto, sé específico. Concéntrate en el hecho censurable.

Hay que criticar únicamente el comportamiento específico que nos parezca erróneo. Si la crítica se dirige a la persona en su globalidad ("Eres un inepto", "No entiendes nada"), la descalificamos en su totalidad, lo que generará en ella humillación, rabia, resentimiento, y lo que es peor, se pondrá siempre a la defensiva.

Parafraseando a Goethe: Trata a un hombre tal como es y seguirá siendo como es. Trata a un hombre como puede y debe ser y se convertirá en lo que puede y debe ser.

6- No exageres

No conviene exagerar la crítica. Una exageración es injusta por definición, pues distorsiona la realidad. La crítica ha de ser realista y lo más objetiva posible. Hay que evitar el empleo de las palabras "jamás", "siempre" o "nunca". Nadie es o se comporta permanentemente de la misma manera. La falta de objetividad en la crítica le resta eficacia y debilita la acusación en vez de reforzarla. No hay que aprovechar, por tanto, el error para hacer más leña del árbol caído.

Por otra parte, realizar una crítica exagerada comunica a la otra persona un mensaje negativo del acusador: se trata de alguien injusto, poco razonable o que está mintiendo, al que, por tanto, no hay que hacerle demasiado caso. Es más, lo exagerado de la crítica puede emplearla el acusado como argumento para no aceptar la parte de verdad que podría contener el comentario.

Por último, exagerar una crítica comporta el riesgo de que la persona destinataria se enoje o desvíe su atención del aspecto concreto que deseamos que tenga en cuenta. Lo más probable es que dedique todos sus esfuerzos en demostrar que la exageración no es cierta, antes que centrarse en el objeto principal de la crítica, o la parte de verdad que ésta contenga.

7- No hagas comparaciones

Decirle a alguien que otra persona es mejor que ella es ignorar que cada ser humano es irrepetible. Este tipo de críticas despiertan muchas veces en el criticado un resentimiento indirecto hacia las personas con las que se lo compara. Lo emocionalmente correcto, es, pues, expresar confianza a la otra persona sobre su propia capacidad de mejorar.

8- No emplees palabras peyorativas

El objetivo de una crítica ha de ser solucionar un conflicto o modificar una conducta negativa. No es permisible aprovechar la crítica para hundir la autoestima de la persona con palabras o frases que puedan afectarle emocionalmente. El insulto es la demostración de cómo se habla cuando faltan argumentos o ideas y se recurre a la provocación mediante el insulto. La descalificación no dice nada sobre el insultado, sino mucho sobre el que insulta. Se rebaja a sí mismo y pierde todos su derechos por faltar al respeto a su interlocutor.


9- No critiques algo de lo que tú eres total o parcialmente culpable

El criticador ha de tener en cuenta su parte de responsabilidad en el hecho que critica. Si, por ejemplo, tú no dejas el baño en condiciones, no es correcto acusar a tu pareja de negligencia en el cuidado de la casa. Las críticas deben acompañarse siempre de sugerencias para que se opere un cambio. Es mejor emplear la frase constructiva: ¿Cómo crees que podemos solucionar esta situación?


 10- Cuida el tono de tu voz, los gestos y la expresión de tu cara

Una crítica puede haber respetado las nueve reglas anteriores, y, pese a ello, no resultar justa o razonable. Si la crítica va acompañada de un mal tono de voz o gestos no verbales despreciativos, pierde toda efectividad. El criticador ha de verse más como una persona que está intentando ayudar a que alguien mejore que no como un ser superior y prepotente que domina o humilla a su víctima.


¿Quién tiene derecho a criticar?

No tiene derecho a criticar el que habitualmente no elogia. Por ejemplo, un jefe que nunca estimula sus colaboradores reconociendo su trabajo o un padre que no alaba el progreso de sus hijos no pueden moralmente ejercer la crítica.

Tampoco tiene derecho a criticar quien lo hace de forma destructiva.

¡Sólo tienen derecho a criticar quienes tienen corazón para ayudar!


Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

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Qué hacer ante el ataque verbal: devolución y negociación
Hable primero de sus errores antes de criticar
Recompense la conducta deseada
Culpabilización

viernes, 1 de noviembre de 2013

¿Quién le provoca la irritación?



Es natural creer que los sucesos externos le están molestando, las acciones estúpidas y egocéntricas de los demás le producen irritación.

Cuando piensa así, se está engañando a sí mismo porque en realidad las otras personas no pueden provocarle irritación. La amarga verdad es que usted es el que genera toda la rabia que experimenta.

La irritación, como todas las emociones, es la consecuencia directa de sus cogniciones. Sus sentimientos son el resultado del significado que le atribuye al hecho, NO del hecho en sí.

Los sentimientos que experimentamos con respecto a los acontecimientos negativos son generados por las interpretaciones que nosotros les damos.

La ira puede ser un cuchillo de doble filo. Las consecuencias de un estallido impulsivo casi siempre acabarán volviéndose en su contra. Aun cuando sea objeto de un verdadero agravio, puede que no le convenga irritarse por eso.  El dolor y el sufrimiento que se inflige a sí mismo al sentirse ultrajado pueden ser mucho más fuertes que el impacto del insulto original.

En muchos casos su irritación es la consecuencia de sutiles distorsiones cognitivas. Como sucede en el caso de la depresión, muchas de sus percepciones son retorcidas, unilaterales o simplemente erróneas. Al aprender a reemplazar estos sentimientos distorsionados por otros más realistas y funcionales, se sentirá menos irritable y logrará un mayor autocontrol.


Fuente: Sentirse Bien, una nueva terapia contra las depresiones. David Burns

Inicio: La Ira y su control
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Qué hacer cuando nos enfadamos


  • Lo primero, y lo más importante es PARAR. No haga ni diga nada. No actúe bajo la influencia de la rabia. Es sólo una emoción. A pesar de que es intesa, puede sentirla sin expresarla mediante un comportamiento.
  • Intente distanciarse del sentimiento y trate de etiquetarlo. Note su fuerza, tome conciencia de cómo lo empuja hacia una determinada acción. Acéptelo. La ira no es inherentemente negativa. Es sólo una señal de dolor. El problema surge cuando usted actúa empujado por ella con la intención de herir a los demás o a sí mismo.

  • No trate de alejar el sentimiento, pero tampoco se aferre a él. El sentimiento crecerá como una ola: crecerá, formará una cresta y después empezará a retroceder. Deje que surja y se marche. Experimente cómo crece y disminuye, como si fuese usted un científico observando un fenómeno interesante. Procure no hacer nada que pueda aumentar su iraNo se recree en lo injusto de la situación. 


  • No reviva los errores que el causante de la ofensa pudo cometer en el pasado. No repase mentalmente los hechos que han provocado su ira. Limítese a percibir y a aceptar el sentimiento, y note cómo disminuye gradualmente.
Haga lo contrario de lo que le indican sus sentimientos
Uno de los modos más rápidos de cambiar un sentimiento doloroso consiste en actuar según lo haríamos si sintiéramos lo contrario (!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!)
  • Sonría en lugar de fruncir el ceño. (!!!!!!!) El mero hecho de sonreír cuando se está enfadado tiende a eliminar la intensidad de los sentimientos negativos.


  • Hable con suavidad, no a gritos. Exagérelo. Utilice un tono de voz más bajo y suave de lo normal; intente que resulte reconfortante.
  • Relájese en lugar de tensarse. Deje sueltos los brazos. Inspire. Apóyese en alguna superficie de manera informal o siéntese con las piernas cómodamente cruzadas. Adopte un aspecto relajado, aunque no se sienta así.

  • Retírese en lugar de atacar. Es posible que desee tener razón ante el contrario, que quiera zarandearlo (emocionalmente). En lugar de eso, aparte la mirada o márchese.No haga comentarios sobre la situación de provocación. Resérvelos para otra ocasión.Si no lo hace, acabará explotando en ese momento.

  • Identifíquese con el otro en lugar de juzgarloDiga algunas palabras de apoyo, como por ejemplo: Esta situación es difícil para ti o Entiendo que estés preocupado. No pasa nada si no se identifica con su interlocutor y las palabras parecen falsas. Es posible que sienta un gran deseo de ignorar a la otra persona pero compórtese como si apreciase su punto de vista. (!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!) ESTO ES HIPOCRESÍA (comentario propio)
Has estrellado el coche contra la puerta del garaje? (apretando los dientes) Cuando se tiene prisa es fácil perder el control.
Has suspendido el examen? (se forma un nudo en el estómago) Probablemente estabas distraído, pero todavía estás a tiempo de solucionarlo.

Fuente: Sentirse Bien, una nueva terapia contra las depresiones. David Burns
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Los beneficios de la ira

  1. La ira reduce el estrés. El estrés provoca una respuesta fisiológica: la tensión. La ira alivia la tensión, pero sólo temporalmente. Inmediatamente después de una explosión de ira muchas personas tienen una extraña relajación, como si se hubieses quitado un peso de encima. Sin embargo, la tensión no tarda en reaparecer.
Además, los estudios demuestran que la ira provoca más ira. Cada vez que se deja llevar por la ira para enfrentarse al estrés, el siguiente arranque se produce con mayor facilidad y es más violento (y más difícil de controlar).

Expresar la ira no sólo la aumenta, sino también la de los que le rodean. Al sentirse heridos, se ponen a la defensiva y contraatacan. Se endurecen, de manera que les importa menos sus necesidades y sentimientos.
  1. La ira oculta un dolor emocional. Es una buena defensa contra el miedo, la pérdida, la culpa, la vergüenza y los sentimientos de rechazo o fracaso. Encubre las emociones dolorosas y bloquea los sentimientos.
Además, la depresión empeora porque la ira aleja a los demás y nos quedamos solos. Entonces tenemos que aumentar más nuestra ira para bloquear esos niveles más elevados de culpa o tristeza.

El problema con el uso de la ira como defensa es que se convierte en una costumbre. El reflejo de la ira se dispara ante la menor crítica o el más mínimo motivo de ansiedad. Pongamos que está usted un poco preocupado mientras calcula las facturas. Es mucho más fácil estallar porque su pareja ha comprado una cafetera exprés.

3 .   La ira capta la atención de los demásEn ocasiones parece que nadie lo escucha si no habla usted a gritos. La ira atrae la atención de los demás. Se alarman, y e ocasiones, intentan calmarle. Sin embargo, el beneficio inmediato tiene consecuencias negativas a largo plazoEn primer lugar, un cierto porcentaje de personas no responden a la ira con atención. Se ponen inmediatamente a la defensiva y dejan de prestar atención. Empiezan a evitarle o, lo que es peor, se ponen en su contra.

Los que le prestaban atención por su ataque de ira, se habituarán a ella, dejarán de alarmarse por sus arranques y mostrarán disgusto. En lugar de escucharle, mostrarán resentimiento y se encerrarán en sí mismos.

4. La ira puede servir como castigo y venganza. Alguien le decepciona profundamente. En su interior siente una enorme oleada de rabia. Quiere castigarle y darle una lección: desea que sufra tanto como usted. Ansía tener la oportunidad de devolverle el daño.

El problema es que, cada vez que actúa llevado por esos impulsos, se gana enemigos y éstos suelen ser las personas que más quiere y necesita. Naturalmente sus enemigos desean castigarle.El mundo se convierte en escenario de enfrentamientos encarnizados.


5. La ira le ayuda a cambiar a los demás. En las familias disfuncionales se aprende a utilizar la ira para extorsionar a los demás. Se amenaza con explosiones de rabia, o con el temor a esas explosiones, para que los otros respondan a nuestras exigencias.

Por supuesto, a largo plazo, esas personas se alejan de usted. Les duele verse controladas por el miedo.


Al asignar la responsabilidad a otra persona de cambiar una situación dolorosa, está emprendiendo el resbaladizo camino de descenso hacia la indefensión y la depresión. Deja a los demás a cargo de su dolor y su vida.

Ejercicio: piense en cómo ha utilizado usted la ira (puntos 1 a 5 de arriba) con amigos, hijos, familia, compañeros de trabajo, el jefe, contra los objetos, con otras personas. etc, dé ejemplos y diga qué pasó con su ira, si aumentó o no.

Fuente: Sentirse Bien, una nueva terapia contra las depresiones. David Burns




Pensamientos desencadenantes de la ira

Imagínese una escena que le hace enfadar con diferentes pensamientos. Los pensamientos que etiquetan a los demás de egoístas o desconsiderados, que culpan a otros de nuestro malestar, tienden a desencadenar sentimientos de enfado.  

Los pensamientos desencadenantes ejercen una gran influencia en su ira. Además, también pueden provocar ansiedad y tristeza. Normalmente tendemos a ver los hechos como la causa de todos nuestros sentimientos. Sin embargo, entre el hecho y la emoción se encuentra el córtex prefrontal, el lugar del cerebro en el que interpretamos las experiencias. No reaccionamos ante la realidad que ocurre, sino a las conclusiones que extraemos y las suposiciones que hacemosLo hacemos continuamente: suponer los motivos y los sentimientos de los demás (por lo general, de manera equivocada) y enfadarnos por ello.

El problema es que las conclusiones distorsionadas suelen desencadenar importantes reacciones de ira, y no tenemos ni idea de lo alejadas que quedan de la realidad. Es muy importante que, mientras trabaje para mejorar su control de la ira, separe los pensamientos de los hechos objetivos de la situación. La exageración y el etiquetado negativo son dos importantes fuentes de ira.

Identificar los pensamientos desencadenantes
Éstos son los componentes básicos de la mayoría de los pensamientos desencadenantes:
  1. Percepción de que ha sido usted dañado y victimizado.
  2. Creencia de que la persona provocadora le ha hecho daño deliberadamente.
  3. Creencia de que la persona provocadora está equivocada al hacerle daño, y que debería haberse comportado de otro modo.
Ejemplo:
¿Por qué al llegar a casa agotada del trabajo tengo que hacer la compra, limpiar y cocinar sin que nadie me ayude?
Daño: exceso de trabajo, agotamiento
Deliberadamente: se da por sentado que la persona provocadora decide no ayudar, contribuyendo así al agotamiento.
Equivocación / deberías : implicación de que la ausencia de ayuda es injusta.

Las personas rara vez cambiamos

Los pensamientos desencadenantes tienen una implicación más: la persona provocadora no es sólo la causante de su dolor, sino que además debe cambiar para ponerle fin. Es la responsable del daño y tiene que repararlo.

Esto produce indefensión. El dolor que ha experimentado escapa a su control. Alguien se lo ha provocado y usted no se sentirá mejor hasta que el otro se dé cuenta de ello y cambie su comportamiento. Sin embargo, como usted ya sabe, las personas rara vez cambiamos. Seguimos comportándonos del modo habitual. El sentimiento de indefensión le hace sentir peor, más enfadado y más frustrado ante el hecho de que la persona provocadora no cambie.


Para romper este círculo es preciso que asuma la responsabilidad de cambiar lo que le resulta doloroso y no esperar a que la otra persona lo haga.


Por ejemplo, si tiene un amigo que siempre llega tarde, podría:
  • acordarse siempre de llevar un libro
  • no quedar nunca en un restaurante
  • quedar con más gente para charlar con alguien mientras espera
  • recoger a su amigo en casa
En lugar de sentirse indefenso y enfadado, tome las riendas de la situación.

Otro ejemplo. Si su pareja nunca recoge nada, usted podría:
  • contratar a una persona que haga la limpieza una vez por semana y cargarlo a su cuenta
  • dejarle un cuarto de baño y asignarse el otro para usted
  • poner lo que deja en su escritorio o en una caja
  • dejar los platos al lado de su cama
  • retrasar el momento de hacer algo hasta que se recoja todo.
  • Marcharse


En definitiva, en lugar de preguntarse ¿Quién es el responsable de mi dolor? Pruebe a preguntar ¿QUÉ PUEDO HACER AL RESPECTO?

Temas de los pensamientos desencadenantes

Ahora debe centrarse en identificar los temas claves que se repiten en sus desencadenantes de la ira. En la siguiente lista encontrará temas típicos de los pensamientos desencadenantes. Marque los que formen parte de los suyos:

  1. Los demás ignoran sus necesidades
  2. Los demás no le entienden
  3. Los demás exigen o esperan demasiado, etc 

Pero ¿qué pasaría si eso no fuese cierto? ¿Qué ocurriría si las personas provocadoras sólo tuviesen la intención de protegerse y sobrevivir? ¿Y si hacen todo lo que pueden, teniendo en cuenta sus propias necesidades, temores, penas e historias personales? ¿Y si su comportamiento se basa en lo que saben y en lo que desconocen, en sus capacidades, sus limitaciones físicas y emocionales, sus valores, lo que más les satisface y los recursos de que disponen? Pero ¿qué pasaría si eso no fuese cierto? ¿Qué ocurriría si las personas provocadoras sólo tuviesen la intención de protegerse y sobrevivir? ¿Y si hacen todo lo que pueden, teniendo en cuenta sus propias necesidades, temores, penas e historias personales? ¿Y si su comportamiento se basa en lo que saben y en lo que desconocen, en sus capacidades, sus limitaciones físicas y emocionales, sus valores, lo que más les satisface y los recursos de que disponen?

Haga el siguiente ejercicio para descubrir las anteriores preguntas.

Examine su propio comportamiento

Piense en algún comportamiento del pasado que haya disgustado a otra persona. Describa cómo influyeron los siguientes elementos en su conducta y en sus elecciones:
  1. Necesidades que usted tenía en aquel momento
  2. Temores que tenía usted en aquel momento
  3. Dolor o estrés que padecía usted en aquel momento
  4. Cualquier historia o experiencia personal que influyese en esa conducta o en sus elecciones.
  5. Lo que sabía o no sabía en aquel momento.
  6. Sus habilidades o falta de habilidades, y su influencia en su elección en aquel momento.
  7. Cualquier limitación física o emocional que le influyó para actuar como lo hizo.
  8. Valores o creencias personales que influyeron en su conducta.
  9. Perspectivas de satisfacciones o placeres que influyeron en su elección en aquel momento.
  10. Recursos que tenía o no tenía en aquel momento y que pudieron haber influido en su elección.
Si presta atención a la hora de hacer este ejercicio verá claramente que su comportamiento parecía la mejor elección posible en aquel momento. Una de las ideas básicas de este ejercicio le ayudará a reducir en gran medida la respuesta de la ira: todos hacemos lo que podemos para protegernos.


Fuente: Sentirse Bien, una nueva terapia contra las depresiones. David Burns

Inicio El control de la ira

Bloqueadores del afrontamiento

Su nuevo programa de control de ira tendrá algunos fallos espectaculares entre los muchos éxitos. En primer lugar, no se culpe. Las viejas costumbres son muy difíciles de erradicar. En segundo lugar, aprenda de sus errores. Complete una ficha de Planificación de la Ira después de cada ocasión en la que sus esfuerzos de afrontamiento no funcionen. Lo más importante, sin embargo, es que adopte una mirada realista sobre los factores que podrían estar bloqueando el uso de sus nuevas técnicas de control de la ira. 


El siguiente ejercicio le permitirá examinar los seis obstáculos más comunes que dificultan el control efectivo de la ira.


  1. Cree que se avergonzará si los demás se dan cuenta de que está practicando las técnicas de relajación.
    ¿Hasta qué punto es muy obvia una respiración profunda? Obsérvese en el espejo realizando una. Verá que no es tan obvio.
  2. Cuando se enfada no se acuerda de utilizar las habilidades de afrontamiento.
    La mayoría de personas se enfrentan a eso, porque la ira tiende a borrar todo lo demás de la mente. No obstante, el problema es superable. Lo que necesita es un recordatorio. Una estrategia sencilla consiste en llevar puesto algo inusual que le sirva como recordatorio de que tiene que hacer un alto y enfrentarse a la situación. Un anillo nuevo o algo similar podría funcionar, o ponerse el reloj en la muñeca que nunca lleva,o cambiarse la laca de uñas. También podría ponerse recordatorios por casa (cartelitos), como Respira cuando te saquen de quicio.
Reconozca, también las situaciones en las que ha logrado afrontar la situación.
  1. No recuerda ningún pensamiento de afrontamiento durante una provocación
    Nadie piensa con claridad cuando está molesto, pero si realiza algún tipo de Planificación previa ante provocaciones que se produzca con regularidad, el resultado será mejor. Ante la provocaciones que aparecen sin más, y que uno no puede preveer, necesita un pensamiento de afrontamiento genérico contundente. Consulte la lista general de pensamientos de afrontamiento para encontrar alguno que pueda resultarle eficaz como respuesta de afrontamiento multiusos. A continuación, comprométase firmemente a utilizar ese pensamiento de afrontamiento siempre que empiece a sentirse molesto. Memorícelo. Practique alguna manera de recordarlo a lo largo del día.
  2. No le escucharán si afronta la situación con éxito y deja de estar enfadado.
    Muchas personas temen perder su ira. Creen que nadie les escuchará si no se muestran agresivas y hostiles. Paradójicamente, es todo lo contrario. Cuando siempre se habla a gritos y enfadado, los demás dejan de escuchar. Se ponen a la defensiva y buscan razones para ignorarle. Realice un inventario mental rápido de sus experiencias de ira recientes. ¿Se sintió escuchado? ¿La persona objeto de su ira expresó algún interés por sus necesidades y sentimientos? ¿Se tuvo en cuenta su punto de vista? Es muy probable que la mayoría de esas experiencias no tuvieran un resultado positivo. Los demás estaban demasiado ocupados protegiéndose de su ira como para escuchar realmente lo que usted tenía que decir.
  3. Cuando está molesto desea castigar a los demás por sus errores.
    Si controla su ira, nadie paga por sus transgresiones. Ese sentimiento no es nada raro. Resulta difícil modular la ira cuando se quiere utilizar al mismo tiempo como un arma. Ese deseo, a pesar de ser comprensible, tiene un impacto negativo en sus relaciones y en su vida.
  4. La ira le parece el único modo de protegerse
    La ira le protege de dos tipos de amenazas. En primer lugar, puede ayudarle a repeler las presiones, las exigencias y los ataques de los demás. La ira, además, le ayuda a bloquear las amenazas interiores (emociones como la vergüenza, el dolor, el miedo y la culpabilidad).
Cuando alguien le molesta o le amenaza, la ira puede ser una respuesta adecuada y sana. Es una señal para que los demás se apartenEn la mayoría de los casos, sin embargo, la ira resulta excesiva. No la necesita. Una afirmación clara y asertiva suele ser suficiente para que los demás le escuchen.



Las mejores conductas de afrontamiento

El éxito hace que olvide fácilmente sus esfuerzos de afrontamiento, o sea que es conveniente que registre experiencias donde la conducta de afrontamiento le ha dado buenos resultados.
  1. He expresado mis necesidades sin hostilidad. Ejemplos:
  2. He suavizado el lenguaje hostil. Ejemplos:
  3. He bajado la voz. Ejemplos:
  4. He sugerido una solución alternativa o un punto medio. Ejemplos:
  5. He intentado expresar mi comprensión de los puntos de vista de otra persona. Ejemplos:
  6. Me he retirado de una situación en lugar de dejar que vaya a más. Me he tomado mi tiempo para reflexionar. Ejemplos:
  7. He acordado mostrar mi desacuerdo y dejarlo correr. Ejemplos:
  8. He descrito un problema sin culpar a la otra persona. Ejemplos:
  9. He intentado escuchar a la otra persona para entender mejor qué quiere. Ejemplos:
  10. He intentado cambiar de tema para que la situación no vaya a más. Ejemplos:
  11. Otras conductas de afrontamiento:

Este ejercicio le proporciona una lista de conducta de afrontamiento que le dan buenos resultados. Utilícela a modo de recurso y consúltela siempre que lo necesite para tomar ideas de cómo controlar su ira en situaciones difíciles.

Sentimientos que subyacen a la ira

Una de las funciones de la ira es encubrir o afrontar el dolor emocional (miedo, vergüenza, dolor). Superar la ira en esa situación puede exigirle que identifique es sentimiento subyacente y que encuentre una alternativa para afrontarlo.

EJERCICIO
Visualice una provocación reciente en la que haya dominado la ira. Perciba quién hay y escuche qué se dice. Note los pensamientos desencadenantes que pueda tener. Tómese un tiempo para situarse en la escena.


Rebobine y vuelva al principio, justo cuando ha empezado la ira. Vaya un poco más atrás, al momento anterior a los pensamientos desencadenantes y la ira, a lo que sintió en primer lugar. Observe su clima interior en ese momento. Quédese ahí. Respire profundamente y trate de capturar la emoción.


A continuación, lea la siguiente lista para comprobar si algunos de estos sentimientos estaban presentes ANTES de que apareciese la ira:
  • Culpabilidad: sensación de haber hecho algo malo.
  • Vergüenza: sensación profunda de ser inaceptable, defectuoso o despreciable.
  • Dolor: sensación de ser poco valorado o denigrado por los demás.
  • Pérdida: sensación de que algo que necesitaba o con lo que contaba se ha perdido.
  • Apetito o impulso fustrado: anhelo de algo; fuerte sensación de estar incompleto.
  • Indefesión: sensación de que no puede hacer nada con su dolor, de que los elementos cruciales de su vida se escapan a su control.
  • Ansiedad o miedo: temor a que ocurra algo; sensación de peligro; miedo a determinadas cosas o situaciones.
  • Sentirse indigno: sensación de que no es lo suficientemetne bueno; de que es malo, os e equivoca, o carece de valor intrínseco.
  • Vacío: sensación de aletargamiento o de un vacío qu requiere atenciones y actividad constantes.
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Registro de la ira - cómo nos enfadamos


Cómo nos enfadamos

Para aprender a controlar la ira necesita entender los mecanismos fisiológicos que la desencadena, La ira es un proceso de dos pasos:
  1. Dolor físico o emocional: dolor de estómago, fatiga, sentimientos de rechazo o pérdida.
  2. Pensamientos desencadenantes: consisten en interpretaciones , suposiciones y evaluaciones de una situación que nos llevan a sentir que somos víctimas y que los demás nos hacen daño deliberadamente. Los pensamientos desencadenantes culpan y condenan a los demás por la experiencia dolorosa que hemos sufrido.
Una vez enfadado, los pensamientos desencadenantes también pueden empeorar la situación. Son capaces de hacer que su estado de alteración aumente: la otra persona parece mala y sin duda está equivocada, así que lo que desea es hacerle daño deliberadamente. Cada nuevo pensamiento desencadenante eleva un poco más su ira, hasta que termina diciendo y haciendo cosas muy dañinas.

Ejercicio: registro de ira

Primera columna: Dolor /estrés
Aquí describirá el dolor emocional y físico que haya experimentado antes de la explosión de ira: dolor de cabeza, estado de ansiedad ante un situación (necesidad frustrada, presión por acabar un trabajo). Puede haber sufrido horas de estrés o de dolor antes del arrebato de ira, o tal vez haya estallado ante una situación de provocación. Intente incluir todas las experiencias estresantes o dolorosas que a su parecer podrían influir en su respuesta de ira.

Segunda columna: situación provocadora. Aquí describirá brevemente el hecho precedente a su ira.

Tercera columna: Pensamientos desencadenantes
Anotará qué piensa mientras se enfada. Estos pensamientos tienden a etiquetar a la persona que provoca el enfado de equivocada, mala o dañina.

Cuarta columna: puntuación de la ira. Aquí anotará un número del 1 al 100 para reflejar su estado de enfado

Quinta columna: conducta
Qué ha hecho en respuesta a su ira: ha gritado o ha hablado con aspereza? ¿Ha soltado tacos o ha insultado a la otra persona? ¿ha dicho algo con intención de atacar o humillar? ¿Ha expresado algún tipo de agresividad como empujar, zarandear o humillar?

Sexta columna y séptima: consecuencias
Aquí anotará el efecto de su ira en usted y en los demás. Haga una breve descripción de las consecuencias emocionales y objetivas de su ira. ¿Se ha sentido triste, aliviado, asustado? ¿Ha cambiado algo en sus relaciones con los demás? ¿Se arrepiente de las consecuencias? Repita el mismo proceso en relación con el impacto de su ira en los demás. Anote cualquier cosa que le hayan dicho o hecho que guarde relación con la ira.


Anote todas las experiencias que merezcan más de 40 puntos, y registre al menos cinco experiencias.

Después del registro, hágase varias preguntas:

  • ¿Qué fuentes de estrés o de dolor presagian los episodios de ira intensa? ¿Podría mitigarlos o afrontarlos sin recurrir a la ira?
  • ¿Qué tipos de situaciones provocadoras se asocian normalmente con los episodios de ira intensa? ¿Observa un tema común o una dinámica concreta en esas situaciones?
  • ¿Qué categoría de pensamientos desencadenantes le molesta más? Sentirse tratado injustamente? Que no se preocupen por usted?, sentirse ignorado? Culpar a los demás? Ser calificado con etiquetas negativas como "estúpido" o "egoísta"? Pensar que el otro actúa de mala fe?
  • ¿Su comportamiento en respuesta a un ira moderada es distinto al que tiene en respuesta a un aira intensa? ¿En qué lu gustaría cambiar su modo de expresar la ira?
  • ¿Son las consecuencias de sus experiencias de ira intensa más negativas que las de la ira moderada?
  • ¿Las consecuencias de sus experiencias de ira son más a menudo positivas o negativas? En este último caso, ¿le han afectado esas consecuencias temporalmente o también a largo plazo?
  • Su ira está influyendo en los demás de manera preocupante?
  • Hay pensamientos desencadenantes o temas específicos que parecen generar la mayoría de las consecuencias negativas, ya sea para usted o para los demás?

Entrenarse a las críticas


Las críticas pueden ser muy dolorosas. Los sentimientos que provocan poseen el potencial de desencadenar en nosotros un sentimiento de ira, que se utiliza para evitar y encubrir emociones dolorosas.

Pero hay un modo de escuchar las críticas que puede ser beneficioso para usted. Reciba los comentarios como opiniones, separe lo apropiado y lo útil y rechace lo que no lo es.

He aquí los pasos que debe seguir:
  • Detenga el ataque. No permita ser verbalmente maltratado por ataques airados y abusivos de los demás. Aunque usted no tenga razón, o se sienta culpable por la situación, no merece ese trato. Si la otra persona continúa atacándole a pesar de su petición de que deje de hacerlo, puede pedir una pausa y alejarse.
El siguiente paso consiste en recordar que lo que está escuchando sólo es la opinión de una persona sobre un aspecto específico de su conducta. La crítica es sobre lo que ha hecho, no sobre usted. El que se le critique un trabajo concreto, no significa que todo su trabajo anterior no haya servido para nada. Acepte el hecho de que no siempre lo hace lo mejor que puede: a menudo tiene prisa o no dispone de toda la información que necesita.


  • Algunas críticas pueden ser constructivas y útiles. Para sacar el máximo partido de la situación tendrá que pedir más información. Aunque resulte incómodo fomentar la crítica, buscar más información le proporcionará los datos que necesita para mejorar su rendimiento (o su relación) en el futuro.


  • Hay tres técnicas para eludir las críticas, evitar el deterioro de la situación y desarmar a la persona que critica.
    1. La confusión es una estrategia que consiste en mostrarse de acuerdo con la crítica, pero sólo en parte. Para ello tiene que escuchar a la otra persona con atención y mostrarse de acuerdo con la parte de la crítica que considera acertada.
    2. Expresar una preferencia asertiva es una manera de cortar la crítica completamente. Consiste en reconocer la crítica, pero mostrarse en desacuerdo con ella. No hay necesidad de dar una explicación detallada o racional de su conducta; simplemente, informa a la otra persona de que así es como quiere que se hagan las cosas.
      Por ejemplo, si la crítica es: No me parece bien cómo tratas a tus hijos cuando llegan más tarde de la hora, puede responder con una preferencia asertiva: Ya he oído que no estás de acuerdo con mi manera de abordar la situación, pero prefiero hacerlo así. Si la persona que critica intenta continuar señalando los peligros de hacerlo a su manera, responde de la siguiente manera: Gracias por preocuparte, pero estoy dispuesto a correr ese riesgo.
    3. Realice un cambio de contenido a proceso para evitar que una discusión se convierta en una guerra abierta. Esto quiere decir que el centro de la discusión pasa del tema (contenido) a lo que está sucediendo en su interior o a la calidad de la interacción (proceso). Le permite llegar a la verdadera cuestión, la que subyace en el fondo del conflicto.
    Un ejemplo: Sé que te gusta que vaya arreglada en público, pero siempre estamos discutiendo por lo mucho que me gasto en ropa. Me siento acusada y atacada por ti. ¿ Por qué estamos permanentemente enfadados?
    EJERCICIO
    Haga una descripción de una escena provocadora reciente en la que se haya sentido criticado y atacado. A continuación, anote las palabras que habría utilizado o las acciones que habría emprendido para repeler el ataque. El siguiente paso es anotar qué preguntas específicas haría para saber más sobre las necesidades, los sentimientos o los problemas de la otra persona. Por último, escriba cómo habría utilizado la confusión, la preferencia asertiva o el cambio de contenido o proceso para repeler el ataque.

    Promesa consigo mismo para controlarse

    En lugar de aceptar mantener la calma durante 24 horas, va a prometerse que nunca desarrollará una conducta estándar específica. Por ejemplo,si tiene el problema recurrente de insultar a una determinada persona y cree que esa conducta es dañina y debe cambiarla, hágase una promesa.

    La promesa tiene cinco cláusulas:
    1. Es una promesa hecha con convicción
    2. Debe tener una descripción clara de la conducta hostil recurrente. Es mejor que se centre en una sola conducta. Prometer demasiado e intentar recordar demasiadas cosas dificultará su esfuerzo.
    3. Hemos de establecer una señal para ver cuándo nos estamos pasando de la raya. (nerviosismo, alzar la voz)
    4. Debe comprometerse a pararlo todo en cuanto note la señalEso significa que no puede decir una palabra más. Se calla y se deja el tema hasta que pueda abordarlo con tranquilidad.
    5. Comprométase a comprobar periódicamente el contrato.

    Resumen: diez cosas que debería saber sobre su irritación

    1. La idea de que usted es responsable de su irritación acaba siempre por beneficiarlo, porque le da la oportunidad de llegar a controlarla y de elegir libremente cómo desea sentirse. Si no fuera así, usted se sentiría impotente para controlar sus emociones.

    2. La mayor parte de las veces su irritación no podrá ayudarle. Lo inmovilizará y quedará paralizado en su hostilidad sin ningún propósito productivo. Se sentirá mejor si pone el acento en la búsqueda activa de soluciones creativas. ¿Qué puede hacer para corregir la dificultad, o por lo menos, reducir la probabilidad de volver a fracasar de la misma manera en el futuro?

    3. Los pensamientos que en general generan cólera contienen distorsiones. La corrección de estas distorsiones atenuará su irritación.

    4. Su irritación aparece porque usted cree que alguien está actuando injustamente o algún suceso es injusto.

    5. Si usted aprende a ver el mundo a través de los ojos de otras personas, a menudo se sorprenderá al darse cuenta de que lo que hacen no es injusto desde su punto de vista. Si está dispuesto a abandonar la idea poco realista de que sus conceptos de verdad, justicia y equidad son compartidos por todos, se desvanecerá una gran parte de su resentimiento y frustración.

    6. Los demás, por lo general, no creen merecer su castigo. Su furia a menudo sólo provocará un mayor deterioro y funcionará como una profecía que se cumple sola. Aun cuando temporalmente obtenga lo que desea, cualquier beneficio a corto plazo ser verá contrarrestado por un resentimiento y una revancha a largo plazo por parte de las personas a las que coacciona. A nadie le gusta que le coaccionen ni obliguen a nada. Por eso un sistema de recompensas positivas funciona mejor.

    7. Una buena parte de su irritación tiene que ver con su actitud defensiva frente a la pérdida de autoestima cuando los demás lo critican o no se comportan como usted quiere. Ese tipo de irritación siempre es inadecuada, porque sólo sus propios pensamientos negativos distorsionados pueden hacerle perder la autoestima.

    8. La frustración se origina en expectativas no satisfechas. La solución más sencilla sería modificar sus expectativas. Ejemplos de expectativas no realistas:

    a) Si deseo algo (amor. felicidad, etc), lo merezco.
    b) Si trabajo arduamente en algo, debería tener éxito.
    c) Otras personas deberían estar a a la altura de mis convicciones y creer en mi concepto de justicia.
    d) Debería ser capaz de resolver cualquier problema con rapidez y facilidad.
    e) Si soy buena esposa, mi marido está obligado a amarme.
    f) La gente debería pensar y actuar como yo.
    g) Si soy atento con alguien, esa persona debería tratarme igual.

    9. Es infantil poner mala cara e insistir que tiene derecho a enfadarse. Lo fundamental es: ¿le conviene? ¿Usted o el mundo realmente se beneficia con su irritación?

    10. No es verdad que se convertirá en un robot sin sentimientos si no se irrita.

    Sobre la ira - Frases de Tus Zonas Erróneas

    - Psicológicamente, la ira acaba con las relaciones afectivas; interfiere con la comunicación; conduce a la culpabilidad y a la depresión y en general interfiere con tu vida.

    - La expresión de tu ira es más saludable que su represión. Pero existe una postura aún más sana: no sentir esa ira en absoluto.

    - La ira nunca logra cambiar a los demás: sólo consigue intensificar el deseo de la otra persona de controlar a la persona enfadada. Si la persona ve qué nos hace enfadar, puede repetirlo para hacernos enfadar otra vez (puede enfadar a la otra persona cuando quiera).

    - La ironía de la ira es que nunca logra cambiar a los demás: sólo consigue intensificar el deseo de la otra persona de controlar a la persona enfadada.

    - Si bien el provocador aparenta estar asustado, por otro lado sabe que puede enfadar a la otra persona cuando quiera.

    Cada vez que eliges enfadarte debido al comportamiento de otra persona, le estás privando de su derecho de ser lo que ella escoja. Dentro de tu cabeza está la frase neurótica: ¿Por qué no eres más parecido a mi? Pero los demás no serán nunca como tú quieres que sean, todo el tiempo por lo menos. Gran parte del tiempo las cosas y la gente serán distintas a lo que tú quisieras que fueran. Así es el mundo, y la posibilidad de cambiarlo es nula.

    - No reírse es un indicativo patológico. ¿Qué sacas con desperdiciar tu presente estando enfadado cuando la risa sienta tan bien?

    Cada vez que optas por la rabia cuando te enfrentas con alguien o con algo que no te gusta, optas por dejarte herir o inmovilizarte de alguna manera por culpa de la realidad. Es una tontería molestarse por cosas que no van a cambiar nunca. En vez de escoger la ira, puedes empezar a pensar en los demás como en seres que tienen derecho a ser diferentes a lo que tú quisieras que fueras.

    La ira sólo alentará a los demás a seguir siendo como son y te provocará tensiones físicas y torturas mentales.

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    Sugerencias para reemplazar la ira


    - La ira se puede eliminar. Para ello es necesario pensar de distinta manera y se puede lograr ocupándose de un sólo momento presente a la vez.

    - La meta final debe ser aprender a pensar de forma diferente para no crear esa furia. Pensamientos internos como éste: “Si él quiere hacer el tonto, yo no voy a elegir a molestarme por ello. Es él, no yo, el que se comporta de manera estúpida”. O, “Las cosas no funcionan como yo creo que deberían hacerlo. Y aunque no me gusta, no voy a dejarme inmovilizar por ello”.

    - Trata de acordarte en el momento en que te enfades que los demás tienen derecho a ser lo que escogen ser, que tu exigencia de que sean diferentes sólo logra prolongar tu ira. Trabaja para lograr permitirle a los demás el derecho a sus propias elecciones, así como insiste en tu propio derecho a la libre elección.

    - Ten conciencia de que todas las cosas en las que crees serán desaprobadas por el 50% de la gente el 50% del tiempo. Si esperas que gran parte de la gente esté en desacuerdo contigo, verás que no escoges la ira.

    Trata de no esperar demasiado de los demás. Cuando dejas de tener expectativas, dejas de esperar lo que muy bien puede ser imposible y dejas de enfadarte si no lo consigues.

    Trata de postergar la ira gradualmente; primero quince segundos y explota como sueles hacerlo. La próxima vez trata de postergarla treinta segundos y sigue alargando los intervalos. Cuando empieces a ver que puedes postergar la ira, te darás cuenta que has aprendido a postergarla. Postergarla significa controlarla y con mucha práctica la eliminarás por completo.

    - Puedes comunicar tus sentimientos sin expresar ira: quizá una notita por escrito, un mensaje o una caminata.

    - Aplaca tu ira durante los primeros segundos clasificando lo que sientes y lo que crees que siente tu compañero también. Los primeros diez segundos son cruciales. Si logras sobrepasarlos verás a menudo que la rabia se ha desvanecido por sí sola.

    - Si bien la expresión de la ira es una alternativa saludable a guardarse ese sentimiento en el interior, no sentirla en absoluto es la opción más saludable de todas. Cuando dejes de pensar que la ira es algo natural, habrás adquirido una razón interna para eliminarla

    - ¿Qué sacas con desperdiciar tu presente estando enfadado cuando la risa sienta tan bien?

    - La ira se entromete en nuestro camino. No vale para nada, no es beneficiosa para nada. Olvídate de los demás. Haz por tu cuenta tus propias elecciones y no permitas que estén empañada por la ira.