Los humanos tenemos una fuerte propensión a criticar, pero pocos saben cómo hacerlo para conseguir el efecto deseado. En vez de mejorar la situación o la conducta de alguien, la crítica a menudo empeora la relación, por varios motivos:
- La falta de habilidad para criticar correctamente.
- El deseo de cambiar al otro.
- Buscar con la crítica el desahogo personal o la venganza por algo que nos enrabió en el pasado.
¿Por qué criticamos?
Si de niños, por ejemplo, fuimos severamente criticados por ser descuidados, de adultos sentiremos una irresistible propensión a criticar lo mismo en los demás.
Reglas de oro para realizar críticas correctas
1- Evita las críticas (sobre todo de aquellas cosas que nos se pueden cambiar)
Una forma de evitar la crítica es dar un paso atrás cuando sientas ese impulso. Pregúntate: ¿Qué hubiera hecho yo en su lugar? La clave para que una crítica funcione es ponerse en el lugar del otro.
Si tú encuentras que los motivos que hay detrás de tus ansias de criticar son la ira y los rencores acumulados, evita realizar crítica alguna. Si somos capaces de meternos verdaderamente en la piel del otro, lo más probable es que abandonemos la idea de acusarlo. Prestamos tanta atención a los defectos de los otros, que morimos sin haber tenido tiempo de conocer los nuestros.
Pero evitar una crítica cuando es necesaria también refleja una falta de confianza en la capacidad del otro para aceptarla o reaccionar adecuadamente. Sé que no voy a conseguir nada es la premonitoria justificación del que debería criticar y lo evita por miedo a la reacción del otro. Sin embargo los sentimientos de frustración acumulados por críticas reprimidas pueden provocar resentimientos, y, con posterioridad, cualquier insignificante incidente puede convertirse en el detonante para explotar de forma inoportuna.
Criticar debería ser siempre el último recurso cuando se han agotado la cortesía y la tolerancia ante la reincidencia de un hecho. Pero si la crítica es inevitable, es preciso aprender a hacerla sin herir emocionalmente al acusado. De lo contrario, la persona criticada se pondrá a la defensiva o en nuestra contra. Es como si quemásemos el puente después de atravesarlo, sin tener en cuenta las veces que tendremos que pasar por el mismo río.
Por otro lado, hacer comentarios o dar consejos no solicitados es otra forma de crítica que suele enojar a la gente. En situaciones como ésta, es preferible hacer saber a tu interlocutor que tú puedes ayudarlo, y preguntarle si le gustaría escucharte. Si la respuesta es no, no hay que insistir.
2- Critica sólo cuando sea necesario
La única razón que ha de perseguir la crítica es resolver un problema o modificar una situación o conducta. Si tienes dudas, pide una explicación al que vas a criticar.
Si finalmente emites una crítica, empiézala con algún elogio y después, valora los logros diciéndole frases como "Me alegro de haber hablado esto contigo"
3- Espera el momento y el lugar oportunos
La crítica debe hacerse cara a cara, no de forma anónima o indirecta a través de terceras personas. El momento adecuado es inmediatamente después de producirse el hecho criticable, pero no siempre se permanece sosegado para criticar. Asegúrate de que la persona a la que vas a criticar no está afectada por ningún problema, y tú tampoco. Sólo cuando la irritación y la ira se han aplacado se pueden controlar las palabras y el tono que deben emplearse para que la crítica sea correcta. Si alguno de los implicados está irritado, el conflicto puede aumentar.
Tampoco se debe criticar públicamente. Hay que evitar la humillación y el resentimiento que pueden provocar en la persona acusada. Una crítica hecha en público casi siempre es contraproducente. Incluso haciendo la crítica en privado, no es ético anunciarla ante terceros diciendo "Quiero hablar contigo!". El tono ya denota que no lo llamas para imponerle una medalla en su solapa.
4- Las críticas, una a una, y aportando sugerencias
No se deben acumular distintas críticas al mismo tiempo. Tampoco es conveniente repetir la crítica una vez formulada. Toda crítica ha de ir acompañada, además, de sugerencias concretas (no limitarse a resaltar los aspectos negativos). Y en éstas hay que evitar expresiones como "deberías hacer" o "deberías haber hecho" (los "debes" te hacen parecer rígido y pedante). Asegúrate, por otra parte, de que tú serías capaz de aceptar la misma crítica.
Evita dar la impresión de que te preocupas más de que el otro siga tus consejos que de ayudarlo a que mejore.
5- No generalices
Hay que evitar etiquetar o calificar a la persona que se critica. En vez de un ataque personal como, por ejemplo, "eres un egoísta", podemos decir "si realmente somos amigos, tendríamos que hacer las cosas de mutuo acuerdo". Por tanto, sé específico. Concéntrate en el hecho censurable.
Hay que criticar únicamente el comportamiento específico que nos parezca erróneo. Si la crítica se dirige a la persona en su globalidad ("Eres un inepto", "No entiendes nada"), la descalificamos en su totalidad, lo que generará en ella humillación, rabia, resentimiento, y lo que es peor, se pondrá siempre a la defensiva.
Parafraseando a Goethe: Trata a un hombre tal como es y seguirá siendo como es. Trata a un hombre como puede y debe ser y se convertirá en lo que puede y debe ser.
6- No exageres
No conviene exagerar la crítica. Una exageración es injusta por definición, pues distorsiona la realidad. La crítica ha de ser realista y lo más objetiva posible. Hay que evitar el empleo de las palabras "jamás", "siempre" o "nunca". Nadie es o se comporta permanentemente de la misma manera. La falta de objetividad en la crítica le resta eficacia y debilita la acusación en vez de reforzarla. No hay que aprovechar, por tanto, el error para hacer más leña del árbol caído.
Por otra parte, realizar una crítica exagerada comunica a la otra persona un mensaje negativo del acusador: se trata de alguien injusto, poco razonable o que está mintiendo, al que, por tanto, no hay que hacerle demasiado caso. Es más, lo exagerado de la crítica puede emplearla el acusado como argumento para no aceptar la parte de verdad que podría contener el comentario.
Por último, exagerar una crítica comporta el riesgo de que la persona destinataria se enoje o desvíe su atención del aspecto concreto que deseamos que tenga en cuenta. Lo más probable es que dedique todos sus esfuerzos en demostrar que la exageración no es cierta, antes que centrarse en el objeto principal de la crítica, o la parte de verdad que ésta contenga.
7- No hagas comparaciones
Decirle a alguien que otra persona es mejor que ella es ignorar que cada ser humano es irrepetible. Este tipo de críticas despiertan muchas veces en el criticado un resentimiento indirecto hacia las personas con las que se lo compara. Lo emocionalmente correcto, es, pues, expresar confianza a la otra persona sobre su propia capacidad de mejorar.
8- No emplees palabras peyorativas
El objetivo de una crítica ha de ser solucionar un conflicto o modificar una conducta negativa. No es permisible aprovechar la crítica para hundir la autoestima de la persona con palabras o frases que puedan afectarle emocionalmente. El insulto es la demostración de cómo se habla cuando faltan argumentos o ideas y se recurre a la provocación mediante el insulto. La descalificación no dice nada sobre el insultado, sino mucho sobre el que insulta. Se rebaja a sí mismo y pierde todos su derechos por faltar al respeto a su interlocutor.
9- No critiques algo de lo que tú eres total o parcialmente culpable
El criticador ha de tener en cuenta su parte de responsabilidad en el hecho que critica. Si, por ejemplo, tú no dejas el baño en condiciones, no es correcto acusar a tu pareja de negligencia en el cuidado de la casa. Las críticas deben acompañarse siempre de sugerencias para que se opere un cambio. Es mejor emplear la frase constructiva: ¿Cómo crees que podemos solucionar esta situación?
10- Cuida el tono de tu voz, los gestos y la expresión de tu cara
Una crítica puede haber respetado las nueve reglas anteriores, y, pese a ello, no resultar justa o razonable. Si la crítica va acompañada de un mal tono de voz o gestos no verbales despreciativos, pierde toda efectividad. El criticador ha de verse más como una persona que está intentando ayudar a que alguien mejore que no como un ser superior y prepotente que domina o humilla a su víctima.
¿Quién tiene derecho a criticar?
No tiene derecho a criticar el que habitualmente no elogia. Por ejemplo, un jefe que nunca estimula sus colaboradores reconociendo su trabajo o un padre que no alaba el progreso de sus hijos no pueden moralmente ejercer la crítica.
Tampoco tiene derecho a criticar quien lo hace de forma destructiva.
¡Sólo tienen derecho a criticar quienes tienen corazón para ayudar!
Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván
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