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viernes, 13 de mayo de 2016

El mundo contra mí


Hasta el graffti le sale mal :)

¿Alguna vez has tenido temporadas en las que todo te sale mal, sobre todo a nivel de relaciones con las personas, en diferentes ámbitos (trabajo, pareja sentimental, amigos, familia ...)?  Quizás hasta te hayas enfadado con el camarero por cualquier motivo, que a ti te parece una injusticia tremenda.

Tus motivos para enfadarte pueden estar muy justificados:

  • Tu jefa se enfada contigo porque no has hecho algo como ella quería.
  • Tu novio decide dejar la relación (por tercera vez, cuarta?) a causa de un arrebato.
  • Ese chico nuevo con el que has empezado a salir es más raro que un perro verde. Se enfada a la velocidad de la luz, no te quiere como pareja, pero luego coge una rabieta si sabe que estás con otro chico.
  • Tu amiga no actúa como tu desearías, como acceder a llevarte en coche a tu casa después de salir de fiesta por la noche. O vuelves en taxi o no sales de fiesta, a ella le da igual que hagas una cosa o la otra.
  • Las relaciones con otras personas de tu entorno son tirantes, a pesar de que tú hayas hecho tanto por ellas (como aquellos visitantes extranjeros a los que les preparaste un tour por tu ciudad y que se mostraron tan maleducados).

¿Quizás es que estamos exigiendo demasiado de los demás? ¿Son distorsiones cognitivas? ¿El problema está en nosotros? No está mal que repasemos otros posts de este blog sobre este tema:



Después de leer estas entradas (las cinco primeras, sobre todo), quizás puedas entender que las otras personas tengan sus motivos para actuar como lo hacen, de igual manera que tú tienes los tuyos. Las necesidades y valores de cada persona pueden ser compartidos o no, pero en cualquier caso todo el mundo tiene derecho a escoger sus prioridades antes que las tuyas. Tener empatía nos va a ayudar a ponernos en el lugar del otro.


¿Tu jefa se molesta contigo por alguna tarea que no hiciste? Pídele disculpas (sin servilismo), aunque en tu interior sepas que fue ella la que se olvidó de asignarte el trabajo. Después de todo, es la jefa.

¿Tu novio decide dejar la relación? Dale tiempo, quizás cambie de opinión, o quizás quieras  acabar para siempre. Piensa en si estás intentando imponerle tus criterios.

¿Tu amiga no te lleva a tu casa en coche? Ella tiene derecho a decidir sus prioridades: tiene que  levantarse pronto al día siguiente y prefiere dormir 20 minutos más que llevarte a tu casa. Tú también tienes derecho a decidir: puedes coger un taxi o no salir de fiesta y privarla de tu compañía :)

¿Tu nuevo chico no se aclara? ¿Ni contigo ni sin ti? No vale la pena perder el tiempo con una persona que no te quiere, si ya lo has intentado. En cualquier caso, vuestros valores y prioridades no coinciden. 

¿Aquellos visitantes extranjeros no han tenido interés en las visitas culturales que has planificado para ellos? ¿Preferían ir de compras que ir a un museo? Tú vives en una ciudad grande, Barcelona, muy turística. Ellos son de una ciudad pequeña. Entiéndelo! Otra vez pregunta si les parece bien el tema de los museos.

¿El camarero ha sido estúpido contigo? Y tú, ¿cómo te has comportado con él, cómo le has pedido las cosas? Quizás si hubieras sido más amable, él te hubiera tratado con más cortesía.

A veces el mundo está contra nosotros porque exigimos perfección en el comportamiento de los demás, que actúen como esperábamos, y si no es así, nos enfadamos. La realidad es que no somos el ombligo del mundo, aunque ellos tampoco :) 

domingo, 27 de julio de 2014

Gritar a los hijos




BEBÉSYMAS

Gritar a los niños daña su autoestima, dejando una huella psicológica irreversible que no se borra con un beso y un abrazo.

Gritos, amenazas y chantajes son violencia psicológica, manifestaciones de maltrato, aunque nos cueste verlo.

¿POR QUÉ GRITAMOS?

Este artículo da múltiples razones para dejar de gritar a nuestros hijos. Está muy bien, y te da mucho a reflexionar sobre nuestra propia conducta, hasta te asusta, ya que te hace pensar que va a ser difícil remediar los errores que has venido cometiendo durante años.

  • Cuanto más gritemos, más problemas sociales tendrán nuestros hijos: serán víctimas de hostigamiento, o serán hostigadores, les costará hacer amigos y mantenerlos
  • Y, cuanto más gritemos, mayor será la tendencia de nuestros hijos a presentar falta de concentración para hacer los deberes.
  • Si les gritamos ininterrumpidamente durante dos décadas (es decir, durante los años de la adolescencia) entonces, una vez adultos, tenderán a presentar: más desórdenes de personalidad, más problemas de relación, más depresión y ansiedad, más problemas de salud, más dificultades como padres, más disfunciones de todo tipo posible.
  • Cuanto más gritemos a nuestros hijos, menos les vamos a agradar. Cuanto menos les agrademos, tanto menos querrán parecerse a nosotros. 
  • Muy posiblemente nuestros nietos también reciban gritos porque hemos incorporado un "programa de gritos" a su crianza. Cuando les gritamos a nuestros hijos, también les estamos gritando a nuestros nietos, bisnietos y... a los que vendrán.
POR SARAH CHANA RADCLIFFE
Sarah Jana Radcliffe , Doctorada en Psicología , es la autora de “Eduque a sus hijos sin levantar la voz”


Explotar frente o hacia tus hijos no está bien. Puede causar daños severos en la psique de los niños, dice el psicólogo Matthew McKay Ph.D, profesor en el Instituto Wright en Berkeley, California, coautor de Cuando el enojo hiere a tus hijos. "Estudios han probado que los padres que expresan demasiado enojo o ira frente a sus hijos, generan hijos menos empáticos. Estos niños son más agresivos y más depresivos que sus compañeros provenientes de familias más tranquilas, y les va peor en la escuela. El enojo tiene una forma de disminuirla habilidad de los niños de adaptarse al mundo" dice McKay.


Quizás te interese las siguientes entradas de este blog sobre El Control de la Ira (menú desplegable en Noviembre 2013)

lunes, 10 de febrero de 2014

El arte de criticar - Reglas de oro



Los humanos tenemos una fuerte propensión a criticar, pero pocos saben cómo hacerlo para conseguir el efecto deseado. En vez de mejorar la situación o la conducta de alguien, la crítica a menudo empeora la relación, por varios motivos:

- La falta de habilidad para criticar correctamente.
- El deseo de cambiar al otro.
- Buscar con la crítica el desahogo personal o la venganza por algo que nos enrabió en el pasado.

¿Por qué criticamos?

Si de niños, por ejemplo, fuimos severamente criticados por ser descuidados, de adultos sentiremos una irresistible propensión a criticar lo mismo en los demás.

Reglas de oro para realizar críticas correctas

1- Evita las críticas (sobre todo de aquellas cosas que nos se pueden cambiar)

Una forma de evitar la crítica es dar un paso atrás cuando sientas ese impulso. Pregúntate: ¿Qué hubiera hecho yo en su lugar? La clave para que una crítica funcione es ponerse en el lugar del otro.

Si tú encuentras que los motivos que hay detrás de tus ansias de criticar son la ira y los rencores acumulados, evita realizar crítica alguna. Si somos capaces de meternos verdaderamente en la piel del otro, lo más probable es que abandonemos la idea de acusarlo. Prestamos tanta atención a los defectos de los otros, que morimos sin haber tenido tiempo de conocer los nuestros.

Pero evitar una crítica cuando es necesaria también refleja una falta de confianza en la capacidad del otro para aceptarla o reaccionar adecuadamente. Sé que no voy a conseguir nada es la premonitoria justificación del que debería criticar y lo evita por miedo a la reacción del otro. Sin embargo los sentimientos de frustración acumulados por críticas reprimidas pueden provocar resentimientos, y, con posterioridad, cualquier insignificante incidente puede convertirse en el detonante para explotar de forma inoportuna.


Criticar debería ser siempre el último recurso cuando se han agotado la cortesía y la tolerancia ante la reincidencia de un hecho. Pero si la crítica es inevitable, es preciso aprender a hacerla sin herir emocionalmente al acusado. De lo contrario, la persona criticada se pondrá a la defensiva o en nuestra contra. Es como si quemásemos el puente después de atravesarlo, sin tener en cuenta las veces que tendremos  que pasar por el mismo río.


Por otro lado,  hacer comentarios o dar consejos no solicitados es otra forma de crítica que suele enojar a la gente. En situaciones como ésta, es preferible hacer saber a tu interlocutor que tú puedes ayudarlo, y preguntarle si le gustaría escucharte. Si la respuesta es no, no hay que insistir.

2- Critica sólo cuando sea necesario

La única razón que ha de perseguir la crítica es resolver un problema o modificar una situación o conducta. Si tienes dudas, pide una explicación al que vas a criticar.

Si finalmente emites una crítica, empiézala con algún elogio y después, valora los logros diciéndole frases como "Me alegro de haber hablado esto contigo"

3- Espera el momento y el lugar oportunos

La crítica debe hacerse cara a cara, no de forma anónima o indirecta a través de terceras personas. El momento adecuado es inmediatamente después de producirse el hecho criticable, pero no siempre se permanece sosegado para criticar. Asegúrate de que la persona a la que vas a criticar no está afectada por ningún problema, y tú tampoco. Sólo cuando la irritación y la ira se han aplacado se pueden controlar las palabras y el tono que deben emplearse para que la crítica sea correcta. Si alguno de los implicados está irritado, el conflicto puede aumentar.

Tampoco se debe criticar públicamente. Hay que evitar la humillación y el resentimiento que pueden provocar en la persona acusada. Una crítica hecha en público casi siempre es contraproducente. Incluso haciendo la crítica en privado, no es ético anunciarla ante terceros diciendo "Quiero hablar contigo!". El tono ya denota que no lo llamas para imponerle una medalla en su solapa.

4- Las críticas, una a una, y aportando sugerencias

No se deben acumular distintas críticas al mismo tiempo. Tampoco es conveniente repetir la crítica una vez formulada. Toda crítica ha de ir acompañada, además, de sugerencias concretas (no limitarse a resaltar los aspectos negativos). Y en éstas hay que evitar expresiones como "deberías hacer" o "deberías haber hecho" (los "debes" te hacen parecer rígido y pedante). Asegúrate, por otra parte, de que tú serías capaz de aceptar la misma crítica.

Evita dar la impresión de que te preocupas más de que el otro siga tus consejos que de ayudarlo a que mejore.

5- No generalices

Hay que evitar etiquetar o calificar a la persona que se critica. En vez de un ataque personal como, por ejemplo, "eres un egoísta", podemos decir "si realmente somos amigos, tendríamos que hacer las cosas de mutuo acuerdo". Por tanto, sé específico. Concéntrate en el hecho censurable.

Hay que criticar únicamente el comportamiento específico que nos parezca erróneo. Si la crítica se dirige a la persona en su globalidad ("Eres un inepto", "No entiendes nada"), la descalificamos en su totalidad, lo que generará en ella humillación, rabia, resentimiento, y lo que es peor, se pondrá siempre a la defensiva.

Parafraseando a Goethe: Trata a un hombre tal como es y seguirá siendo como es. Trata a un hombre como puede y debe ser y se convertirá en lo que puede y debe ser.

6- No exageres

No conviene exagerar la crítica. Una exageración es injusta por definición, pues distorsiona la realidad. La crítica ha de ser realista y lo más objetiva posible. Hay que evitar el empleo de las palabras "jamás", "siempre" o "nunca". Nadie es o se comporta permanentemente de la misma manera. La falta de objetividad en la crítica le resta eficacia y debilita la acusación en vez de reforzarla. No hay que aprovechar, por tanto, el error para hacer más leña del árbol caído.

Por otra parte, realizar una crítica exagerada comunica a la otra persona un mensaje negativo del acusador: se trata de alguien injusto, poco razonable o que está mintiendo, al que, por tanto, no hay que hacerle demasiado caso. Es más, lo exagerado de la crítica puede emplearla el acusado como argumento para no aceptar la parte de verdad que podría contener el comentario.

Por último, exagerar una crítica comporta el riesgo de que la persona destinataria se enoje o desvíe su atención del aspecto concreto que deseamos que tenga en cuenta. Lo más probable es que dedique todos sus esfuerzos en demostrar que la exageración no es cierta, antes que centrarse en el objeto principal de la crítica, o la parte de verdad que ésta contenga.

7- No hagas comparaciones

Decirle a alguien que otra persona es mejor que ella es ignorar que cada ser humano es irrepetible. Este tipo de críticas despiertan muchas veces en el criticado un resentimiento indirecto hacia las personas con las que se lo compara. Lo emocionalmente correcto, es, pues, expresar confianza a la otra persona sobre su propia capacidad de mejorar.

8- No emplees palabras peyorativas

El objetivo de una crítica ha de ser solucionar un conflicto o modificar una conducta negativa. No es permisible aprovechar la crítica para hundir la autoestima de la persona con palabras o frases que puedan afectarle emocionalmente. El insulto es la demostración de cómo se habla cuando faltan argumentos o ideas y se recurre a la provocación mediante el insulto. La descalificación no dice nada sobre el insultado, sino mucho sobre el que insulta. Se rebaja a sí mismo y pierde todos su derechos por faltar al respeto a su interlocutor.


9- No critiques algo de lo que tú eres total o parcialmente culpable

El criticador ha de tener en cuenta su parte de responsabilidad en el hecho que critica. Si, por ejemplo, tú no dejas el baño en condiciones, no es correcto acusar a tu pareja de negligencia en el cuidado de la casa. Las críticas deben acompañarse siempre de sugerencias para que se opere un cambio. Es mejor emplear la frase constructiva: ¿Cómo crees que podemos solucionar esta situación?


 10- Cuida el tono de tu voz, los gestos y la expresión de tu cara

Una crítica puede haber respetado las nueve reglas anteriores, y, pese a ello, no resultar justa o razonable. Si la crítica va acompañada de un mal tono de voz o gestos no verbales despreciativos, pierde toda efectividad. El criticador ha de verse más como una persona que está intentando ayudar a que alguien mejore que no como un ser superior y prepotente que domina o humilla a su víctima.


¿Quién tiene derecho a criticar?

No tiene derecho a criticar el que habitualmente no elogia. Por ejemplo, un jefe que nunca estimula sus colaboradores reconociendo su trabajo o un padre que no alaba el progreso de sus hijos no pueden moralmente ejercer la crítica.

Tampoco tiene derecho a criticar quien lo hace de forma destructiva.

¡Sólo tienen derecho a criticar quienes tienen corazón para ayudar!


Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Otras entradas que le pueden interesar:

Entrenarse a las críticas
Qué hacer ante el ataque verbal: devolución y negociación
Hable primero de sus errores antes de criticar
Recompense la conducta deseada
Culpabilización

martes, 1 de octubre de 2013

Póngase en el lugar del otro

Recuerde que la otra persona puede estar equivocada por completo. Pero ella no lo cree. No la censure. Cualquier tonto puede hacerlo. Trate de comprenderla. Sólo las personas sagaces, tolerantes, excepcionales, tratan de proceder así.

Hay una razón por la cual la otra persona piensa y procede como lo hace. Descubra esa razón oculta y tendrá la llave de sus acciones, quizá de su personalidad.

Trate honradamente de ponerse en lugar de la otra persona. Si usted llegara a decirse:”¿Que haría, qué pensaría yo si estuviera en su lugar?”; habrá ahorrado mucho tiempo e irritación, pues al interesarnos en las causas es menos probables que nos disgusten los efectos. Además, habrá aumentado considerablemente su habilidad para tratar con la gente. El buen éxito del trato con los demás depende de que se capte el punto de vista con simpatía de la otra persona.

Se coopera eficazmente en la conversación cuando uno muestra que considera las ideas y sentimientos de la otra persona tan importantes como los propios. El modo de alentar al interlocutor  a tener la mente abierta a nuestras ideas, es iniciar la conversación dándole claras indicaciones sobre nuestras intenciones, dirigiendo lo que decimos por lo que nos gustaría oír si estuviéramos en la piel del otro, y aceptando siempre sus puntos de vista.

¿No le gustaría tener una frase mágica para detener las discusiones, para eliminar malos sentimientos, crear buena voluntad y hacer que se le escuche atentamente?

¿Sí? Pues bien, aquí está. Comience diciendo: “Yo no lo puedo culpar por sentirse como se siente. Si yo estuviera en su lugar, no hay duda de que yo me sentiría de la misma manera

Una frase como esa suavizará a la persona más pendenciera del mundo. Y usted puede pronunciarla con toda sinceridad, porque si estuviera usted en le lugar del otro, es evidente que pensaría como él.

Las tres cuartas partes de las personas con las que se encontrará usted mañana tienen sed de simpatía. Déles esa simpatía, y le tendrán cariño.

La especie humana ansía universalmente la simpatía. El niño muestra a todo el mundo sus lastimaduras, o aún llega a infligirse un tajón o un machucón para que tengan lástima de él. Con el mismo fin los adultos muestran sus cicatrices, relatan sus accidentes, enfermedades, especialmente los detalles de sus operaciones quirúrgicas.

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Haga que parezca fácil y busque la satisfacción de la otra persona

Regla 7 – Atribuya a la otra persona una buena reputación para que se interese en mantenerla. 

La persona común puede ser llevada fácilmente si se obtiene su respeto y se le muestra respeto por alguna clase de capacidad suya. En suma, si quiere que una persona mejore en cierto sentido, proceda como si ese rasgo particular fuera una de las características más sobresalientes. “Asume una virtud si no la tienes” Y lo mismo se puede presumir con respecto a los demás y afirmar abiertamente que uno tiene aquella virtud que quiere desarrollar en él. Déle una reputación y hará grandes esfuerzos prodigiosos antes de desmentirla. Demos fama a los demás y veremos qué ocurre.

Regla 8 – Aliente a las otra persona - Haga que los errores parezcan fáciles de corregir

Si le decimos a alguien que es estúpido o tonto en cierta cosas, que no tiene dotes para hacerlas, que las hace mal, habremos destruido todo incentivo para que trate de mejorar. Pero si hacemos lo opuesto, si hacemos que las cosas parezcan fáciles de hacer, si damos a entender a la otra persona que tenemos fe en su capacidad para hacerlas, la veremos practicar, a fin de superarse.


Regla 9 – Procure que la otra persona se sienta satisfecha de hacer lo que usted quiere 


El líder eficaz tendrá presentes las siguientes guías cuando sea necesario cambiar conductas o actitudes. Ser sincero. No prometer nada que no se pueda cumplir. Olvidarse de los beneficios de uno y concentrarse en los de la otra persona. Saber exactamente qué es lo que se quiere que haga la otra persona.



  • Ser empático. Preguntarse verdaderamente qué quiere la otra persona.
  • Considerar los beneficios que obtendrá la otra persona por hacer lo que usted le sugiere.
  • Hacer coincidir esos beneficios con los deseos de la otra persona.
  • Al hacer el pedido, hacerlo en una forma que destaque los beneficios que redundará para la otra persona.

  • Por ejemplo, en vez de dar una orden seca, podemos expresar lo mismo mostrando los beneficios que obtendrá la otra persona si hace su trabajo. Es ingenuo creer que siempre se obtendrá una respuesta positiva de la otra persona, pero la experiencia de la mayoría indica que es más probable cambiar actitudes de este modo; y si con ello aumenta el rendimiento aunque sea un 10%, usted es un líder un 10 % más eficaz y éste es su éxito.

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