No hay que esperar a que las personas te rodean hagan algo bien hecho -y mucho menos extraordinario- para dedicarles alguna frase amable. Un detalle cotidiano, un favor, la simple apariencia mejorada, etc, es suficiente para practicar el elogio.
Elogiar es una maravillosa herramienta para motivar a la gente, Pero, con demasiada frecuencia, permitimos que se oxide por no usarla.
Hay que cuidar mucho el modo en que se emplea el elogio. Es preciso elegir bien el motivo, el momento, la forma de expresarlo -sin caer en la vulgaridad ni en la exageración-para que la alabanza sea creíble y convincente. Y, por encima de todo, no atravesar la sutil barrera que a veces existe entre la adulación gratuita y el elogio.
Entendemos por adulación la exageración de cualidades o inventarse las que no tiene. Adular es mentir. La mayoría de la gente es consciente de sus limitaciones y advierte en seguida cuando el elogio no es sincero.
Hay una manera de saber si te están elogiando o adulando. El adulador dirige sus halagos a lo que la persona es, no a lo que hace.
Adular: Enrique, eres el mejor conferenciante que jamás he escuchado.
Elogiar: Enrique, tu conferencia ha sido realmente atractiva. Necesitaríamos escuchar más charlas como las tuyas.
Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván
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