lunes, 3 de marzo de 2014

El origen de nuestras frustraciones

La educación es origen de muchas de nuestras frustraciones. Muchas inseguridades y frustraciones tienen su origen en esas desgraciadas enseñanzas que nos inculcaron de pequeños.

¿En qué falló la educación que recibimos?  Cuando nos han enseñado a fijarnos de forma casi exclusiva en lo negativo que hay en nuestro alrededor, hemos aprendido, casi sin darnos cuenta, a estar "siempre en guardia" para corregir a la mínima oportunidad al que ha hecho algo mal.

Algunas de las grandes equivocaciones de la educación han sido:
  • Fijarnos en lo negativo y no en lo positivo.
  • Sancionar, en lugar de reforzar.
  • Imponer, en lugar de dialogar.
  • Emplear el deber y el miedo, en lugar de la motivación.
  • Potenciar el seguidismo, en lugar del razonamiento.
  • Potenciar el inmovilismo, en lugar de la creatividad.
  • Potenciar la dureza en lugar del afecto.
  • Potenciar la insensibilidad en lugar de la sensibilidad.
  • Potenciar la tristeza en lugar de la alegría.
  • Potenciar la derrota y el pesimismo, en lugar de la esperanza.
  • Potenciar la desconfianza y ruindad, en lugar de la confianza y la transparencia.
  • Potenciar la inseguridad en lugar de la seguridad.
  • Potenciar la humillación, en lugar de la autoestima.
  • Potenciar el egoísmo, en lugar de la generosidad.
HEMOS DE POTENCIAR EL EQUILIBRIO, LA MADUREZ, EL AUTOCONTROL Y DESTERRAR LA TIRANÍA, LA MANIPULACIÓN, LA INSOLIDARIDAD, EL NARCISISMO, EL DESEQUILIBRIO Y LA INSATISFACCIÓN PERMANENTE.

Ante esto, ¿qué podemos hacer? Podemos cuestionarnos aquellas ideas, aparentemente nuestras, que provocan dolor, a nosotros o a otras personas. Es necesario realizar un análisis riguroso, lo que en psicología se llama confrontación. Se trata de que uno tome las frases que se dice a propósito del acontecimiento que sea y compruebe atentamente su exactitud, las compare con lo real y examine si describen exactamente la realidad, para reemplazarlas por otras más exactas que se ajusten al mundo tal como es (y no como deseamos que fuese).

Al hacer esta confrontación, quizás descubramos que tuvimos una madre muy perfeccionista, imperativa e implacable, que nunca se había sentido satisfecha de nuestra forma de ser, una madre que nos creía débil y poco brillante. (es un ejemplo basado en algún caso real!). Estamos hablando de una madre fiel exponente de una época concreta que no mostraba nunca esa afectividad que suelen tener la mayoría de las madres. 

Hemos de dejar de repetirnos esas frases destructoras que nos repetían en casa, en la escuela y sustituirlas por otras más constructivas.

TENEMOS POCO CONTROL SOBRE LAS CONDUCTAS DE LOS DEMÁS Y MENOS AÚN SOBRE SUS PENSAMIENTOS, PERO SIEMPRE PODEMOS CONTROLAR NUESTROS PENSAMIENTOS, LO QUE NOS REPETIMOS SIN PARAR. ESTE CONTROL NOS LLEVARÁ A DEJAR DE SUFRIR INÚTILMENTE

Muchas personas pueden pensar que ellos no tienen solución, pues determinadas experiencias les han condicionado irremediablemente. Esto es rigurosamente falso. No son los acontecimientos de nuestra vida los que determinan nuestro presente o nuestro futuro, son nuestros pensamientos los que provocan que, en esos momentos o al cabo de los años, aún nos sintamos mal.


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Fuente: La Inutilidad del Sufrimiento. Claves para Aprender a Vivir de Manera Positiva. María Jesús Álava Reyes.

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