sábado, 1 de marzo de 2014

El sufrimiento inútil en el amor

Muchas veces hemos escuchado que ¡la vida sin amor no merece la pena ser vivida! ¡Cuidado! ¡No confundamos conceptos! ¡No reduzcamos el amor al enamoramiento de otra persona!

Muchas personas piensan que su felicidad está en manos de los demás porque dependen de su amor para sentirse bien. Esto es erróneo, aunque está muy extendido.

Si pedimos muestras constantes de afecto y de amor incondicional a nuestra pareja , si nos mostramos inseguros de nuestra relación y nos llenamos con ideas irracionales de que nos va a dejar, la profecía se puede cumplir, ya que nuestra pareja se puede llegar a cansarse con tantas demandas de pruebas de amor.

Si tenemos una relación de pareja que nos satisface, disfrutémosla y no la echemos a perder con pensamientos irracionales de que tanto bienestar no es posible, de que el amor tiene que estar unido al sufrimiento.

NO TENEMOS POR QUÉ TENER MIEDO AL DOLOR, INCLUSO AL SUFRIMIENTO CUANDO ES INEVITABLE; PORQUE ESE DOLOR Y ESE SUFRIMIENTO SERÁN PASAJEROS; LO QUE NO PODEMOS PENSAR ES QUE AMOR Y SUFRIMIENTO VAN INDEFECTIBLEMENTE UNIDOS. SERÁ NORMAL QUE EN ALGÚN MOMENTO DE NUESTRA VIDA AMOROSA SINTAMOS DOLOR, Y NOS PREPAREMOS PARA SUPERARLO Y VIVIRLO CON NATURALIDAD Y MADUREZ.

A veces las relaciones acaban terminándose. No tiene sentido pulverizarlas con  nuestros pensamientos y con nuestras exigencias; las relaciones tienen un comienzo y un desarrollo, lo mejor que podemos hacer  es entrenarnos para vivirlas en las mejores condiciones para favorecerlas, no para machacarlas.

Cuando dejamos a nuestra pareja la posibilidad de respirar y elegir libremente, nos libramos de nuestra  angustia e inseguridad y actuamos de forma más racional, la relación mejorará. Recordemos que la persona que no se siente libre en su relación tarde o temprano termina ahogándose, por lo que inevitablemente busca el oxígeno que le permita seguir viviendo.

SIN DUDA, PARA APRENDER A AMAR HAREMOS BIEN EN ENTRENARNOS PRIMERO EN AMARNOS A NOSOTROS MISMOS PUES, DE LO CONTRARIO, DIFÍCILMENTE PODREMOS AMAR A LOS QUE NOS RODEAN Y NUNCA, NUNCA SERÍAMOS DUEÑOS DE NUESTRA FELICIDAD, YA QUE LA HABRÍAMOS PUESTO EN MANOS DE OTROS.

No por causalidad, cuando nos apreciamos y nos queremos de verdad a nosotros mismos, resultamos más atractivos para los que nos conocen. Por otra parte, si nos entrenamos en buscar cosas aceptables en los que nos rodean, pronto descubriremos que muchas personas poseen cualidades que nos ayudan a sentirnos bien a su lado y nos hacen valorarlas como merecen.

En definitiva, ni hay que pagar peaje en el amor ni la vida se termina cuando se acaba el amor. Si situamos el amor como algo externo a nosotros mismos, sentir amor dependerá de que otras personas nos lo proporcionen. Esto nos ocasiona un sentimiento de invalidez; la felicidad no nos pertenece.

La vida no se termina cuando se termina un amor. La vida se termina cuando nos negamos a sentir, a ver, a escuchar, a razonar, cuando nos negamos a controlar nuestros pensamientos  y nos forzamos a no creer en nosotros mismos. La vida llega realmente después de ese amor-desamor, pues esa experiencia  nos ha permitido aprender a vivir, a conocernos mejor, a protegernos adecuadamente, a ser más racionales.

El amor no es sinónimo de felicidad y sufrimiento. La vida no se termina cuando se acaba un amor. ¡No reneguemos del amor , pero no suframos inútilmente en su nombre!


Fuente: La Inutilidad del Sufrimiento. Claves para Aprender a Vivir de Manera Positiva. María Jesús Álava Reyes.

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