Los tímidos tienen muchas creencias irracionales respecto de sí mismos y de las situaciones sociales en que se encuentran. Las creencias irracionales van progresando hasta llegar a ser predicciones catastróficas. Se basan en las tres premisas siguientes:
- "Todos deben quererme y aprobarme todo el tiempo. Si alguien no lo hace, no podré soportarlo."
No
es realista la expectativa que que TODOS nos quieran y aprueben. No
es un desastre si usted no le gusta a alguien.
- "Debo ser socialmente perfecto para pensar que valgo. Si fallo en mi comportamiento y las cosas andan mal, sabré a quién culpar: a mí."
La peor
parte de esta premisa es cuando los tímidos llegan a la conclusión
a raíz de un solo incidente.
"Si las situaciones no se desenvuelven como yo creo que deberían hacerlo, es culpa mía".
Esta
premisa supone que usted tiene el control total. Es un error muy
grave. Nadie lo tiene. Las otras personas también contribuyen al
éxito o al fracaso del encuentro social.
Lo que nos decimos a nosotros mismos afecta profundamente nuestro comportamiento y la manera en que percibimos las situaciones sociales. Es importante que usted aprende a controlar su crítico interior y a defenderse contra él. La clave de ésto son las autoevaluaciones positivas que ayudan a eliminar los pensamientos negativos y a la autorreprogramación para el éxito social.
Escriba
todas sus declaraciones negativas y las falsas generalizaciones que
provocan. Luego vuelva a escribirlas pero ahora transformadas en
declaraciones positivas. La próxima vez que usted se
encuentre y lo asalten las autovaloraciones negativas, transfórmelas
de inmediato en positivas.
EJEMPLO
CREENCIAS NEGATIVAS
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CREENCIAS POSITIVAS
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Es probable que no quieran contratarme. Creo que
nunca encontraré un buen trabajo
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A esta empresa pueden interesarle mis
conocimientos. Lo peor que puede suceder es que mis conocimientos
no sean los que necesitan.
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Me siento incómodo durante esas entrevistas así
que seguramente voy a arruinar todo. Me va a ir mal y jamás
recuperaré la confianza en mí mismo.
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En cada entrevista me siento más tranquilo y
mejora mi dominio de la situación. Con cada entrevista me acerco
más al empleo que quiero.
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Lo más probable es que parezca que no sé de que
estoy hablando. Voy a horrorizarme si me expreso mal.
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Señalaré mis aptitudes para ese trabajo y que mi
preparación es la adecuada. Si no sé la respuesta a una
pregunta, no es un desastre.
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Me sentiré torpe y tonto; el que me entreviste
se preguntará por qué me interesa el empleo. Me sentiré muy mal
si no me dan el trabajo.
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Me presentaré de forma positiva y enfocaré la
cuestión de si soy apto o no para el empelo. Si no me contratan.
Seguiré buscando hasta encontrar lo que me convenga.
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