Todo el mundo quiere causar
buena impresión, pero cuando TODA su atención está concentrada
en la forma como usted está actuando y en imaginar lo que piensan de
usted, se vuelve contraproducente.
Las personas tímidas,
cuando conversan, se preocupan por sus aptitudes sociales y su manera
de conversar en lugar de concentrarse en la otra persona. Si encima
tenemos pensamientos negativos sobre nosotros mismos, empeoramos las
cosas.
Mantener una
conversación vivaz y sentirse cómodo socialmente son situaciones
que no se producirán si usted está evaluándose constantemente.
Las personas tímidas deben pasar menos tiempo prestándose atención
a ellas mismas y más tiempo prestando atención a los demás.
Cuando las personas
sociables tiene éxito en las experiencias interpersonales, dan el
crédito del éxito a los rasgos de su personalidad y a su capacidad.
Cuando tienen algún fracaso, culpan a alguna causa externa.
Cuando usted se siente
responsable de sus fracasos sociales y cree que la culpa reside en
usted, está perpetuando el sentimiento de que siempre será un
fracasado social. Pero está en un error. Está privándose de la
retroalimentación positiva y echándose la culpa sin necesidad.
La emoción actúa como un
filtro selectivo en nuestro modo de percibir la gente y las
situaciones. Cuando estamos de buen humor es más fácil recordar los
buenos momentos, y a la inversa, cuando estamos apesadumbrados con
mayor facilidad los momentos tristes. Pero cuando el filtro de la
timidez está colocado, sólo notamos los silencios en una
conversación, el dibujo de mosaicos en el suelo y los molestos
momentos de soledad entre las conversaciones.
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