- Hacer esfuerzos selectivos para probar cosas nuevas.
- Frecuenta lo desconocido en vez de seguir con tu grupito típico de relaciones con los que puedas predecir todo lo que te va a suceder.
- Empieza a arriesgarte a hacer cosas que te sacarán de la rutina diaria.
- Correr algún riesgo puede implicar una tormenta emocional pero también puede significar una experiencia gratificante para ti.
- Cada vez que te des cuenta de que estás evitando lo desconocido, dirígete a ti mismo la siguiente pregunta: “¿Qué es lo peor que me puede pasar?
- Haz la prueba de hacer algo tonto, como ir descalzo por el parque o zambullirte desnudo en el mar. Haz la prueba de hacer algunas cosas que siempre has evitado porque “No debes hacer esas cosas”.
- Recuerda que el miedo al fracaso es a menudo el miedo al ridículo o a la desaprobación de los demás o de alguien en particular. Tus capacidades no son ni mejores ni peores que las de otros, simplemente son diferentes.
- Haz la prueba de hacer algunas cosas que siempre has rechazado con la frase “simplemente yo no valgo para esto”. Si el resultado final no es una obra maestra, no has fracasado: has tenido placer haciéndolo.
- Recuerda que lo opuesto al crecimiento = monotonía y muerte
Puedes tomar la
decisión de vivir cada día de una manera diferente, siendo
espontáneo y vital, o puedes temer a lo desconocido y permanecer
igual, siendo el mismo de siempre, psicológicamente muerto.
- En vez de que tu credo y el de tus hijo sea “Haz todo lo mejor posible”, prueba este otro: “Selecciona las cosas que más te importan en la vida y haz un esfuerzo grande en ese sentido y el resto de las cosas, hazlas, simplemente.”
- No dejes que tus convicciones te paralicen. El creer algo a raíz de una experiencia pasada y aferrarse a esa creencia es evadirse de la realidad. Sólo existe el ahora, y la verdad del presente puede muy bien no ser la realidad del pasado.
- Puedes ser lo que escojas ser. Grábatelo en tu cabeza y recuérdatelo cuando caigas en tu comportamiento inseguro y típicamente evasivo.
- Ten conciencia de que estás evitando lo desconocido en el momento en que lo estás haciendo. En ese momento inicia un diálogo contigo mismo. Dite a ti mismo que no importa que no sepas a dónde vas en cada momento de tu vida. El tener conciencia de la rutina es el primer paso para cambiarla.
- Mantén una conversación con alguien que hayas evitado en el pasado. Muy pronto te darás cuenta de que tus prejuicios son los que te mantienen en un estado estacionario y sin interés. Si prejuzgas a la gente, no podrás tratar con ella de antemano. Mientras más grande sea el número de gente distinta que conozcas, más probabilidades tendrás de darte cuenta de lo mucho que has perdido y de lo tontas e infundadas que eran tus aprensiones y temores.
- Imagínate cómo hubieran sido las cosas si los grandes exploradores y los grandes inventores del pasado hubieran tenido miedo a lo desconocido. Toda la población del mundo estaría aún concentrada en el valle del Tigris.
- Todo depende de ti. Tu zona errónea de miedo a lo desconocido está esperando a ser reemplazada por nuevas actividades estimulantes y llenas de interés que aportarán placer a tu vida. No tienes que saber a dónde vas; lo importante es el camino.
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Para saber más sobre este tema, sigue leyendo en Tus Zonas Erróneas.
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