En
la gran mayoría de las actividades, tener que hacerlo lo mejor
posible, o incluso, tener que hacerlo bien, significa poner un
verdadero obstáculo a la mera posibilidad de hacer. No
dejes que el perfeccionismo te deje a un lado evitando que tomes
partes en actividades que te puedan resultar placenteras.
Trata de cambiar “Hazlo lo mejor que puedas” por
simplemente “hazlo”. Perfección quiere decir inmovilidad.
Si tienes cánones de perfección para ti mismo, nunca tratarás de
hacer nada.
Si
tienes hijos, no cultives su parálisis y su resentimiento
insistiendo que hagan lo más que puedan. Si
una actividad les gusta, trata de estimularles para que se esfuercen
más en esos campos, pero en las otras actividades el hacer es más
importante que el triunfar. Estimúlales para que practiquen el
esquí, o canten, o dibujen o bailen o lo que sea, porque quieren
hacerlo, y que no eviten algo porque quizá no lo hagan tan bien.
A
nadie se le debería enseñar a ser competitivo, a tratar siquiera de
hacerlo bien.
Los niños aprenden fácilmente el mensaje de confundir su propio
valor con sus fracasos, y por ello empiezan a evitar actividades en
las que no logran sobresalir.
El fracaso puede ser productivo. Puede servir
de incentivo al trabajo y la exploración. Sin fracasos no podemos
aprender nada. Tenemos la tendencia a esquivar todas las experiencias
que pueden acabar en fracasos.
El
miedo al fracaso es parte importante del miedo a lo desconocido, y
miedo a la desaprobación por no haber hecho algo lo mejor posible.
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Para saber más sobre este tema, sigue leyendo en Tus Zonas Erróneas.
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