Una vez que el patrón mental, la emoción o la reacción ya se han desencadenado, acéptalos.
Si tuvieras elección, si te dieras cuenta de que tienes elección, ¿qué elegirías: el sufrimiento o la alegría, la relajación o la incomodidad, la paz o el conflicto? ¿Elegirías un pensamiento o sentimiento que te alejara de tu estado natural de bienestar, de la alegría interna?
Sólo personas que están en un estado profundamente negativo, que se sienten muy mal, crearían una realidad así como reflejo de lo que sienten.
Cuando aceptas tu resentimiento, mal humor, enfado, etc., ya no estás obligado a expresarlos ciegamente, y es menos probable que los proyectes en los demás.
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