Olvídate de tu situación de vida durante un tiempo y presta atención a tu vida. Cuando estás lleno de problemas no hay espacio para que pueda entrar nada nuevo, no hay lugar para una solución.
Por eso, cuando puedas, date espacio, crea el espacio que te permita encontrar la corriente de vida que subyace a tu situación de vida.
Emplea tus sentidos plenamente. Trata de estar donde estás. Mira a tu alrededor. Simplemente mira, sin interpretar. Observa la luz, las formas, los colores, las texturas. Sé consciente de la presencia silenciosa de cada cosa. Sé consciente del espacio que permite que cada cosa sea. Escucha los sonidos; no los juzgues. Escucha el silencio debajo de los sonidos. Toca algo —cualquier cosa— y siente y reconoce su Ser. Observa el ritmo de tu respiración; siente cómo fluye el aire dentro y fuera, siente la energía de vida dentro de tu cuerpo. Permite que todo sea, tanto dentro como fuera. Permite y reconoce la «cualidad» de las cosas. Entra profundamente en el ahora.
No se trata de resolver tus problemas. Más bien se trata de que te des cuenta de que no hay problemas. Sólo hay situaciones, situaciones que han de ser afrontadas o que han de dejarse como están y aceptarse como parte de la «cualidad» de este momento hasta que cambien o puedan tratarse de algún modo.
O llevas en tu mente la pesada carga de un centenar de cosas que tendrás que hacer en el futuro, en lugar de centrar tu atención en lo único que puedes hacer ahora.
Cuando creas un problema, creas dolor. Basta con hacer una simple elección, con tomar una simple decisión: pase lo que pase, no generaré más dolor para mí mismo. No me crearé más problemas. Si no generas más dolor para ti mismo, tampoco lo generarás para los demás.
Ante una verdadera emergencia, la mente se para; estás totalmente presente en el ahora y algo infinitamente más poderoso asume el control. Por eso hay tantas historias de personas corrientes que de repente son capaces de hacer actos increíblemente heroicos.
Buena parte de lo que la gente dice, piensa o hace está motivado por el miedo, que siempre requiere orientarse hacia el futuro y desvincularse del ahora.
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