Puedes dejar que la emoción esté ahí sin ser controlado por ella. Ya no eres la emoción; eres el observador, la presencia que mira. Observar nuestras emociones es tan importante como observar nuestros pensamientos? Adquiere el hábito de preguntarte: ¿Qué está pasando dentro de mí en este momento?
Una emoción quiere apoderarse de ti y normalmente lo consigue, a menos que haya suficiente presencia en ti. Te ves arrastrado a la identificación inconsciente con la emoción por tu falta de presencia, lo cual es normal, la emoción se convierte temporalmente en «ti».
A menudo se crea un círculo vicioso entre el pensamiento y la emoción, que se nutren mutuamente. El patrón de pensamiento crea un reflejo agrandado de sí mismo en forma de emoción, y la frecuencia vibratoria de la emoción alimenta el patrón de pensamiento original.
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