Para notar si te has dejado atrapar por el tiempo psicológico, puedes usar un criterio
muy simple. Basta con preguntarse: ¿Hay alegría, fluidez y ligereza en lo que estoy haciendo? Si no la hay, el tiempo encubre el momento presente y percibimos la vida como una carga o como un esfuerzo. Si no hay alegría, fluidez o ligereza en lo que haces, eso no significa necesariamente que tengas que cambiar lo que haces. A veces basta con cambiar la manera de hacerlo.
El «cómo» siempre es más importante que el «qué». Trata de conceder mucha más atención a lo que haces que al resultado que esperas obtener. En cuanto honras el momento presente, toda infelicidad y esfuerzo se disuelven, y la vida empieza a fluir con alegría y suavidad.
Por tanto, no te preocupes por el fruto de tus acciones: mantente atento a la acción misma. El fruto ya vendrá cuando corresponda. El desapego del fruto de la acción recibe el nombre de karma yoga.
Ya no dependes del futuro para conseguir la satisfacción o la realización; no buscas en él la salvación. Por lo tanto, no te apegas a los resultados. Ni el éxito ni el fracaso pueden cambiar el estado de tu Ser interno.
Cuando tu sentido de identidad se deriva del Ser, cuando te liberas del «devenir» como necesidad psicológica, ni tu felicidad ni tu sentido de identidad dependen de los resultados, y por tanto estás libre del miedo. No pides que las situaciones, condiciones, lugares o personas te hagan feliz y después sufres si no responden a tus expectativas.
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