La rendición no transforma lo que es directamente. La rendición te transforma a ti. Cuando tú te transformas, todo tu mundo se transforma, porque el mundo sólo es un reflejo.
Cuando estés enfermo o incapacitado, no te sientas fracasado, no te sientas culpable. No culpes a la vida por haberte tratado injustamente, pero tampoco te culpes a ti mismo. Todo eso son resistencias. Si tienes un enfermedad grave, úsala para iluminarte. Cualquier cosa mala que te pase en la vida, úsala para iluminarte. Retira tiempo de la enfermedad. No le des ningún pasado ni ningún futuro.
Podría parecer que la situación está creando el sufrimiento, pero en último término no es así: la responsabilidad es tu resistencia. Ríndete al dolor, a la desesperación, al miedo, a la soledad o a cualquier forma que adopte el sufrimiento. Obsérvalo sin etiquetarlo mentalmente. A continuación observa cómo el milagro de la rendición transmuta el sufrimiento en paz profunda, Ésta es tu crucifixión. Deja que se convierta en tu resurrección y ascensión.
Cuando sientes un dolor profundo, lo más probable es que te surja un fuerte impulso de escapar de él. No quieres sentir lo que sientes. Pero no hay escapatoria no hay salida. Puede que haya pseudoescapes: el trabajo, la bebida, las drogas, proyectar el dolor, pero no te liberan del dolor. Cuando niegas el dolor emocional, todo queda contaminado por él. Lo emites, pues es la energía que emana de ti, y los otros lo notarán.
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