Tu influencia sanadora no se basa fundamentalmente en el hacer, sino en el ser. Todas las personas con las que entres en contacto se sentirán tocadas por tu presencia y afectadas por la paz que emanas, seas consciente de ello o no.
Cuando estás plenamente presente y la gente que te rodea muestra una conducta inconsciente, no sientes la necesidad de reaccionar a ella porque no le concedes el carácter de realidad.
Tu paz es tan profunda y vasta que cualquier cosa que no sea paz desaparece en su seno como si nunca hubiera existido. Esto rompe el ciclo kármico de acción y reacción.
Tu forma de ser transforma el mundo más poderosamente que lo que dices; es más esencial aún que tus acciones. Si una persona hambrienta te da pan y tú lo tienes, se lo darás. Pero lo realmente importante es el momento de compartir el Ser, del que el pan es un símbolo. Una profunda sanación tiene lugar en ese momento, en el que nadie da y nadie recibe. El verdadero cambio ocurre dentro, no fuera.
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