lunes, 10 de febrero de 2014

Introducción a "Hablar sin Ofender"





Dime cómo hablas y te diré qué problemas tienes con la gente

Hablar correctamente te ayudará a mejorar tus relaciones personales en todos los ámbitos:

- el profesional
- el familiar
- el de la pareja
- el de los amigos
- el de la convivencia entre padres e hijos

El éxito de una persona en su vida PERSONAL Y PROFESIONAL depende muchísimo de su capacidad para usar un Lenguaje Emocionalmente Correcto (LEC), es decir, hablar controlando su propias emociones negativas y canalizando éstas positivamente para sentirse bien ella misma y hacer sentir bien a los demás, y también gestionar las emociones negativas de los demás para que éstas no le afecten. 

Quien no domine el arte de expresarse bajo estos parámetros está condenado a la mediocridad y a la infelicidad y , lo que es mucho peor, al conflicto permanente.

Lo que nosotros decimos y CÓMO lo decimos puede tener efectos poderosos en nuestras relaciones, acercándonos más a las personas o distanciándonos de ellas. Una sola frase puede convertirse en una caricia o dejar una cicatriz difícil de curar.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Eligiendo las palabras cuidadosamente

Si somos capaces de controlar nuestras emociones cuando estamos nerviosos o irritados, estaremos en disposición de elegirlas mejor, anulando nuestro primer impulso, y eliminando las que potencialmente puedan ser negativas y perjudiciales, tanto para nosotros como para nuestros receptores.

Aprender a expresarse de forma emocionalmente correcta nos llevará automáticamente a un cambio positivo en nuestras relaciones personales.

Cómo expresarse correctamente:

- Escuchar activamente
- Emplear más frecuentemente el elogio que la crítica
- Hacer los reproches justos con respeto
- Alejarse de los tópicos
- Saber agradecer los favores
- Dar negativas sin que le receptor lo tome como un rechazo a su persona.

Si te expresas de esta manera, nadie se sentirá amenazado, vulnerable, incompetente u ofendido.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

11 reglas para cómo hablar sin ofender


  • Elogiar en vez de criticar
  • Responsabilizarse en vez de culpar
  • Discrepar en vez de disputar
  • Persuadir en vez de imponer
  • Respetar en vez de tolerar
  • Sugerir en vez de ordenar
  • Solucionar en vez de quejarse
  • Reconocer los errores en vez de exculparse
  • Escuchar en vez de interrumpir
  • Rechazar ofreciendo alternativas en vez de decir sólo "no"
  • Hablar de "nosotros" en vez del egocéntrico "yo"
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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Objetivo: pensar antes de hablar



Un atmósfera tensa e inamistosa puede derivar en una escalada de emociones negativas,  muchas veces, difíciles de detener. El más alto indicio de cultura es reconocer que debemos controlar nuestras emociones negativas, para el bien propio y el de los demás.

Si herimos, humillamos, ofendemos y hacemos sentir mal a alguien, nuestro interlocutor se pondrá a la defensiva y generaremos resentimiento o rencor.

Si  no controlas las emociones, reaccionas (eres reactivo). Si, en cambio, aprendes a controlarlas (piensas antes de hablar), actúas (eres proactivo).

"Reaccionar" es la respuesta lógica, espontánea e irreflexiva ante una situación determinada. Es lo que hacen los animales.

Pero ¿cómo se puede actuar sin dejarse arrastrar por las reacciones en una situación conflictiva que surge de repente? Ante todo, respirando profundamente y concentrándose en que debes detener a toda costa tus primeras reacciones, tus "prontos". Después, tratando de comprender que probablemente, estás observando la situación sólo desde tu punto de vista. Hay que hacer un esfuerzo por ver las cosas también desde la perspectiva del otro.

Si, por ejemplo, un camarero es maleducado en vez de criticar, le puedes preguntar: ¿Con tanto público al que atender, habrá tenido hoy un mal día, no? Entonces provocarás en él una reacción positiva. Si lo insultas porque te está tratando mal, estás "reaccionando". Si tú ,en cambio, buscas su complicidad, te preocupas por los motivos por los que actúa así, lo escuchas atentamente, y ves la forma de ayudarlo, estás "proactuando".

¿Y por qué hemos de invertir tiempo y energía con alguien que no es amable con nosotros? La respuesta es bien sencilla: ¡Porque es por nuestro propio beneficio!

La empatía es uno de los mejores indicadores de madurez.



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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

¿Controlas tu estado emocional o te controla él a ti?


Otra consecuencia negativa e importante que sucede a quien no sabe controlar sus emociones y se llena de rabia o resentimiento es que cede el control de su estado emocional a los demás.

Es decir, si tú te enojas por la conducta ajena, significa que tu estado de ánimo depende de los demás, no de ti mismo. Son otros los que mandan sobre ti, los que pueden controlar tus pensamientos y hacerte sentir como ellos quieran. 

Si no te gusta la forma en la que alguien te trata, tienes dos opciones:

1- Reaccionar sin pensar y darle el control de tu mente a otra persona.

2- Concederte unos segundos para ver la situación desde la perspectiva del otro y dominar la situación.

Tu vida será más agradable en la medida en que la hagas agradable a los demás.


Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Resentimiento versus asertividad

El resentimiento es una emoción inútil, ciega y destructiva. Es volver a experimentar un sentimiento doloroso. Pero el resentimiento también tiene una dudosa competencia: asegura el importante papel de víctima inocente.

El resentimiento nos presenta versiones seleccionadas de nuestro pasado, de suerte que no tenemos que reconocer nuestros propios errores. Son siempre las palabras o comportamientos de los demás los que son injustos, humillantes u ofensivos.

La causa del resentimiento en muchas personas es la falta de asertividad. Arrastrar la rabia y el dolor acumulados, por no haber podido o sabido exteriorizarlos en su momento, suele desembocar en una explosión emocional en momentos inoportunos hacia quienes se considera culpables de su situación. O incluso contra personas que nada tienen que ver con el rencor que embarga el resentido.

A veces, nos sentimos humillados u ofendidos porque creemos que el otro ha querido deliberadamente hacernos daño. Si esto no es aclarado en su momento, acumularemos un rencor que nos impulsará más adelante a actuar con rebeldía y exageración.

El resentido tiene una fuerte tendencia a exagerar el supuesto maltrato recibido. Cualquier incidente insignificante lo empleará como un pretexto para explotar.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván


Pistas para combatir el resentimiento

1. Reconocer y admitir que estamos resentidos. Comprender que el resentimiento es un mecanismo de defensa que empleamos para protegernos de un dolor que aún nos afecta. Para evitar estar resentidos intentemos expresar firme, serenamente y de forma emocionalmente correcta cualquier malestar que sintamos ante los demás.

2. Es necesario comprender por qué nos lastimaron y si la conducta fue realmente intencionada o no. Desprendernos del resentimiento es un proceso que lleva tiempo.

3. Si no intentamos eliminar nuestro resentimiento, corremos el riesgo de incomunicarnos con las personas que amamos. 

4. Aprender a perdonar. La acción de perdonar es a nosotros a quien más nos beneficia: nos libera, por fin, del dolor y de la rabia acumulados. Se ha perdonado de verdad ¡sólo cuando uno puede volver a reír!

¡El resentimiento acumulado es veneno!



Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

¿Controlas la ira o practicas la "terapia del portazo"?

La ira es una emoción humana natural, pero cuando está fuera de control y se vuelve destructiva, puede provocar muchos problemas en las relaciones personales.

Golpear puertas u objetos para "sacar la ira" o "desahogarse" es más perjudicial que beneficioso.

La ira es una emoción que varía en intensidad: puede ir desde una pequeña irritación hasta una peligrosa e impredecible agresividad, que puede afectar a la calidad de vida con los compañeros de trabajo, los amigos y la propia familia.

La ira puede ser provocada tanto por acontecimientos internos como externos. Hay gente que se puede irritar con una persona determinada o por situaciones diversas o también por preocupaciones u obsesiones personales que no quiere o no sabe afrontar. Provenga de donde provenga la causa de la ira, es esencial controlarla.

La forma instintiva de expresar la ira es responder agresivamente. Esto nos permite defendernos cuando somos atacados. Un cierto grado de ira es, por tanto, necesario para nuestra supervivencia. Pero, por otro lado, no podemos repartir golpes a diestro y siniestro a las personas o los objetos que nos molestan.

Recientes estudios han demostrado, además, que descargar la cólera dando portazos o golpeando objetos acrecienta la conducta agresiva en vez de reducirla.

Para controlar la ira cuando aparece, es preferible antes cualquier cosa, como, por ejemplo, contar hasta cien.

Expresar la ira en una forma asertiva (no agresiva) es la fórmula más saludable. Permite aprender cómo clarificar las necesidades y cómo satisfacerlas sin herir a los demás. Ser asertivo significa no gritar, no empujar y no pisar a los demás.

Podemos suprimir o reorientar la ira cuando ésta aparece, deteniendo los pensamientos que la generan y enfocándolos sobre algo positivo. El peligro de este tipo de respuesta es que, al no exteriorizar la irritación, ésta puede quedarse "almacenada" en el interior y sacarla luego a destiempo.

La ira guardada puede crear, aparte de problemas psicosomáticos, conductas de agresión pasiva; por ejemplo poner caras largas a la gente sin  decirle el porqué, en vez de enfrentarse racionalmente a la causa de su irritación, o comportarse con hostilidad, insultando o criticando.

No sólo hemos de controlar nuestra conducta externa, sino también nuestras respuestas internas, tomándonos tiempo para calmarnos y permitir que los sentimientos amainen.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Claves para controlar la ira

1- Control de las emociones.

No podemos controlar  las cosas que hace la gente ni podemos cambiar a las personas, pero podemos aprender a controlar nuestras reacciones. ¿Cómo? Desplazando los sentimientos negativos por otros más positivos que te tranquilicen.

2- Relajación

Respirar profundamente y concentrarte en imágenes relajantes. Practica esta técnica diariamente, en cualquier situación mínimamente tensa, para que se active automáticamente cuando sea necesario.

3- Baja tolerancia a la frustración

Si te enfureces fácilmente, puedes padecer lo que los psicólogos llaman "baja tolerancia a la frustración". Entre otras, una de las causas puede ser genética. Hay evidencias de que algunos niños nacen irritables.

4- La ira mata: contrólala si quieres salvar tu vida

La gente que se enfada y mantiene ese estado de ánimo cierto tiempo es más propensa a sufrir un ataque al corazón, generar un cáncer y perjudica, además, en su trabajo. Nosotros podemos elegir qué reacción tener.

5- Envíate este mensaje: ¡Basta!

Cuando seas consciente de que te has irritado, di inmediatamente y en voz alta "BASTA", la fuerza de tu ira pierde presión y la puedes empezar a controlar. Te puede ayudar recordar imágenes relajantes, como una situación vivida con una persona amada, un paseo, un alimento cuyo sabor te fascine, etc.

6- Ponte en el lugar del otro

Concédele el beneficio de la duda, Puedes pensar que estas tácticas son autoengaños, pero te permiten controlar y cortar tu ira, calmar tu respuesta emocional, y eso beneficia inmediatamente a tu salud. Tu presión sanguínea desciende y tus palpitaciones en el corazón vuelven a sus ritmos normales.


7- Tácticas mentales: meditación

Si tú prevés que deberás afrontar alguna situación conflictiva, practicar la meditación puede serte también muy útil. Bastan quince minutos diarios.

8- Ocasiones en las que es preciso actuar

Cuando haya un motivo para estar irritado -porque algo puede y debe ser modificado- canaliza tu energía en la dirección adecuada. Comunícale a la otra persona lo que te inquieta. Dile cómo te sientes por ello y pídele, sin alterarte. lo que debe cambiarse. Por ejemplo: Cuando me interrumpes mientras estoy hablando, me siento frustrada. ¿Podrías hacer un esfuerzo para esperar a que yo termine?

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Poesía de Og Mandino

Una poesía de Og Mandino nos muestra la importancia de controlar las emociones:

Si me siento deprimido, cantaré.
Si me siento triste, reiré.
Si me siento enfermo, redoblaré mi trabajo.
Si siento miedo, me lanzaré adelante,
Si me siento inferior, vestiré ropas nuevas.
Si me siento inseguro, levantaré la voz.
Si siento pobreza, pensaré en la riqueza futura.
Si me siento incompetente, recordaré éxitos del pasado.
Si me siento insignificante, recordaré mis metas.
Hoy seré dueño de mis emociones.
Si se apodera de mí la confianza excesiva, recordaré mis fracasos.
Si me siento inclinado a entregarme con exceso a la buena vida, recordaré hambres pasadas.
Si siento complacencia, recordaré a mis competidores.
Si disfruto de momentos de grandeza, recordaré momentos de vergüenza.
Si me siento todopoderoso, procuraré detener el viento.
Si alcanzo grandes riquezas, recordaré una boca hambrienta.
Si me siento orgulloso en exceso, recordaré un momento de debilidad.
Si pienso que mi habilidad no tiene igual, contemplaré las estrellas.
En definitiva, hoy seré dueño de mis emociones

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Agresividades Ocultas

La Ley del silencio: el agresivo-pasivo

Acumular ira o rabia puede tomar la forma de agresión pasiva: el otro puede hacerte la vida imposible y tú no eres capaz de relacionar la causa. Un ejemplo es el del empleado que está en desacuerdo con el nuevo trabajo que le ha asignado su jefe, pero no le dice nada. Sin embargo, a partir de ese día, empieza a llegar tarde sistemáticamente a la oficina, poniéndole mala cara a su superior.

Estos comportamientos son típicos de las personas agresivo-pasivas. Éstas padecen un trastorno de personalidad destructivo. Todos nosotros nos hemos comportado así de chiquillos para rebelarnos contra la autoridad paterna o adulta en general. Sin embargo, algunas personas nunca superan esta etapa y siguen comportándose de adultos con la misma agresividad pasiva.

¿Cuál es el origen de ese comportamiento agresivo-pasivo? Las personas que se conducen así, con toda probabilidad, no han sido bien tratadas por sus padres en la infancia, y han engendrado desconfianza y suspicacia. De adultos, ven malas intenciones en quienes representan el papel que tuvieron sus padres (jefes, amigos o parejas dominantes, etc). Su agresividad pasiva consiste en poner malas caras, suspirar quejumbrosamente o reaccionar con silencios para hacer sentir culpables a sus víctimas, porque casi siempre ocultan lo que sienten de verdad. No hablan directamente de sus problemas o sentimientos. Son seres dependientes, pesimistas, y como inseguros que son, les falta asertividad. Alteran las situaciones de forma que se ven a sí mismos víctimas explotadas por los demás. Necesitan, por tanto, un adversario para sentirse poderosas.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

El arte de criticar - Reglas de oro



Los humanos tenemos una fuerte propensión a criticar, pero pocos saben cómo hacerlo para conseguir el efecto deseado. En vez de mejorar la situación o la conducta de alguien, la crítica a menudo empeora la relación, por varios motivos:

- La falta de habilidad para criticar correctamente.
- El deseo de cambiar al otro.
- Buscar con la crítica el desahogo personal o la venganza por algo que nos enrabió en el pasado.

¿Por qué criticamos?

Si de niños, por ejemplo, fuimos severamente criticados por ser descuidados, de adultos sentiremos una irresistible propensión a criticar lo mismo en los demás.

Reglas de oro para realizar críticas correctas

1- Evita las críticas (sobre todo de aquellas cosas que nos se pueden cambiar)

Una forma de evitar la crítica es dar un paso atrás cuando sientas ese impulso. Pregúntate: ¿Qué hubiera hecho yo en su lugar? La clave para que una crítica funcione es ponerse en el lugar del otro.

Si tú encuentras que los motivos que hay detrás de tus ansias de criticar son la ira y los rencores acumulados, evita realizar crítica alguna. Si somos capaces de meternos verdaderamente en la piel del otro, lo más probable es que abandonemos la idea de acusarlo. Prestamos tanta atención a los defectos de los otros, que morimos sin haber tenido tiempo de conocer los nuestros.

Pero evitar una crítica cuando es necesaria también refleja una falta de confianza en la capacidad del otro para aceptarla o reaccionar adecuadamente. Sé que no voy a conseguir nada es la premonitoria justificación del que debería criticar y lo evita por miedo a la reacción del otro. Sin embargo los sentimientos de frustración acumulados por críticas reprimidas pueden provocar resentimientos, y, con posterioridad, cualquier insignificante incidente puede convertirse en el detonante para explotar de forma inoportuna.


Criticar debería ser siempre el último recurso cuando se han agotado la cortesía y la tolerancia ante la reincidencia de un hecho. Pero si la crítica es inevitable, es preciso aprender a hacerla sin herir emocionalmente al acusado. De lo contrario, la persona criticada se pondrá a la defensiva o en nuestra contra. Es como si quemásemos el puente después de atravesarlo, sin tener en cuenta las veces que tendremos  que pasar por el mismo río.


Por otro lado,  hacer comentarios o dar consejos no solicitados es otra forma de crítica que suele enojar a la gente. En situaciones como ésta, es preferible hacer saber a tu interlocutor que tú puedes ayudarlo, y preguntarle si le gustaría escucharte. Si la respuesta es no, no hay que insistir.

2- Critica sólo cuando sea necesario

La única razón que ha de perseguir la crítica es resolver un problema o modificar una situación o conducta. Si tienes dudas, pide una explicación al que vas a criticar.

Si finalmente emites una crítica, empiézala con algún elogio y después, valora los logros diciéndole frases como "Me alegro de haber hablado esto contigo"

3- Espera el momento y el lugar oportunos

La crítica debe hacerse cara a cara, no de forma anónima o indirecta a través de terceras personas. El momento adecuado es inmediatamente después de producirse el hecho criticable, pero no siempre se permanece sosegado para criticar. Asegúrate de que la persona a la que vas a criticar no está afectada por ningún problema, y tú tampoco. Sólo cuando la irritación y la ira se han aplacado se pueden controlar las palabras y el tono que deben emplearse para que la crítica sea correcta. Si alguno de los implicados está irritado, el conflicto puede aumentar.

Tampoco se debe criticar públicamente. Hay que evitar la humillación y el resentimiento que pueden provocar en la persona acusada. Una crítica hecha en público casi siempre es contraproducente. Incluso haciendo la crítica en privado, no es ético anunciarla ante terceros diciendo "Quiero hablar contigo!". El tono ya denota que no lo llamas para imponerle una medalla en su solapa.

4- Las críticas, una a una, y aportando sugerencias

No se deben acumular distintas críticas al mismo tiempo. Tampoco es conveniente repetir la crítica una vez formulada. Toda crítica ha de ir acompañada, además, de sugerencias concretas (no limitarse a resaltar los aspectos negativos). Y en éstas hay que evitar expresiones como "deberías hacer" o "deberías haber hecho" (los "debes" te hacen parecer rígido y pedante). Asegúrate, por otra parte, de que tú serías capaz de aceptar la misma crítica.

Evita dar la impresión de que te preocupas más de que el otro siga tus consejos que de ayudarlo a que mejore.

5- No generalices

Hay que evitar etiquetar o calificar a la persona que se critica. En vez de un ataque personal como, por ejemplo, "eres un egoísta", podemos decir "si realmente somos amigos, tendríamos que hacer las cosas de mutuo acuerdo". Por tanto, sé específico. Concéntrate en el hecho censurable.

Hay que criticar únicamente el comportamiento específico que nos parezca erróneo. Si la crítica se dirige a la persona en su globalidad ("Eres un inepto", "No entiendes nada"), la descalificamos en su totalidad, lo que generará en ella humillación, rabia, resentimiento, y lo que es peor, se pondrá siempre a la defensiva.

Parafraseando a Goethe: Trata a un hombre tal como es y seguirá siendo como es. Trata a un hombre como puede y debe ser y se convertirá en lo que puede y debe ser.

6- No exageres

No conviene exagerar la crítica. Una exageración es injusta por definición, pues distorsiona la realidad. La crítica ha de ser realista y lo más objetiva posible. Hay que evitar el empleo de las palabras "jamás", "siempre" o "nunca". Nadie es o se comporta permanentemente de la misma manera. La falta de objetividad en la crítica le resta eficacia y debilita la acusación en vez de reforzarla. No hay que aprovechar, por tanto, el error para hacer más leña del árbol caído.

Por otra parte, realizar una crítica exagerada comunica a la otra persona un mensaje negativo del acusador: se trata de alguien injusto, poco razonable o que está mintiendo, al que, por tanto, no hay que hacerle demasiado caso. Es más, lo exagerado de la crítica puede emplearla el acusado como argumento para no aceptar la parte de verdad que podría contener el comentario.

Por último, exagerar una crítica comporta el riesgo de que la persona destinataria se enoje o desvíe su atención del aspecto concreto que deseamos que tenga en cuenta. Lo más probable es que dedique todos sus esfuerzos en demostrar que la exageración no es cierta, antes que centrarse en el objeto principal de la crítica, o la parte de verdad que ésta contenga.

7- No hagas comparaciones

Decirle a alguien que otra persona es mejor que ella es ignorar que cada ser humano es irrepetible. Este tipo de críticas despiertan muchas veces en el criticado un resentimiento indirecto hacia las personas con las que se lo compara. Lo emocionalmente correcto, es, pues, expresar confianza a la otra persona sobre su propia capacidad de mejorar.

8- No emplees palabras peyorativas

El objetivo de una crítica ha de ser solucionar un conflicto o modificar una conducta negativa. No es permisible aprovechar la crítica para hundir la autoestima de la persona con palabras o frases que puedan afectarle emocionalmente. El insulto es la demostración de cómo se habla cuando faltan argumentos o ideas y se recurre a la provocación mediante el insulto. La descalificación no dice nada sobre el insultado, sino mucho sobre el que insulta. Se rebaja a sí mismo y pierde todos su derechos por faltar al respeto a su interlocutor.


9- No critiques algo de lo que tú eres total o parcialmente culpable

El criticador ha de tener en cuenta su parte de responsabilidad en el hecho que critica. Si, por ejemplo, tú no dejas el baño en condiciones, no es correcto acusar a tu pareja de negligencia en el cuidado de la casa. Las críticas deben acompañarse siempre de sugerencias para que se opere un cambio. Es mejor emplear la frase constructiva: ¿Cómo crees que podemos solucionar esta situación?


 10- Cuida el tono de tu voz, los gestos y la expresión de tu cara

Una crítica puede haber respetado las nueve reglas anteriores, y, pese a ello, no resultar justa o razonable. Si la crítica va acompañada de un mal tono de voz o gestos no verbales despreciativos, pierde toda efectividad. El criticador ha de verse más como una persona que está intentando ayudar a que alguien mejore que no como un ser superior y prepotente que domina o humilla a su víctima.


¿Quién tiene derecho a criticar?

No tiene derecho a criticar el que habitualmente no elogia. Por ejemplo, un jefe que nunca estimula sus colaboradores reconociendo su trabajo o un padre que no alaba el progreso de sus hijos no pueden moralmente ejercer la crítica.

Tampoco tiene derecho a criticar quien lo hace de forma destructiva.

¡Sólo tienen derecho a criticar quienes tienen corazón para ayudar!


Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

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Cuando nosotros somos los criticados también debemos, ante todo, tratar de controlar nuestras emociones. Si nos llenamos de resentimiento por una crítica, ocurre algo muy importante y que hay que evitar: cedes el control de tu vida emocional a los demás.

El resentimiento puede destruirte. Enferma a quien lo siente hasta matarlo de forma prematura. Un proverbio chino previene: Si tú quieres vengarte, mejor que excaves dos sepulturas.

Las reglas para estar abierto a las críticas y aceptarlas, si son constructivas, son:

1- No interrumpas a quien te critica
Permítele a la persona terminar su exposición antes de que tú le respondas. Sigue el consejo de Sócrates: Habla, para que yo te conozca.

2- No niegues la posible veracidad de la crítica
Negar la validez de la crítica sin más argumentos que las palabras sólo conduce a una dinámica de ataques y contraataques personales. Cuando el interpelado considera que la crítica que recibe es falsa o injusta, es preferible solicitar al acusador pruebas de lo que afirma.

3- No busques justificaciones a ultranza
No intentes rebuscar las razones de tus comportamientos criticados. Ésta es, precisamente, la forma de disculparlos, de no aprender de una crítica justa. El uso de excusas (No tuve tiempo, Nadie me dijo nada, No me llamaron) no permiten que progresemos como personas. El error es una oportunidad que nos da la vida para mejorar si lo convertimos en un aprendizaje. Malo es equivocarse, ¡pero peor es no rectificar!

4- Demuestra tu comprensión hacia la crítica
Trata de entender lo que la crítica encierra. Tanto si estás de acuerdo o no con ella, haz saber a la persona que te la ha planteado que entiendes la razón por la que tu comportamiento la ha hecho sentir mal. Acepta sus sentimientos si se te exponen con respeto.


5- Limita inmediatamente los efectos de la crítica
No permitas que la crítica afecte tu autoestima, al conjunto de tu personalidad; sólo debe afectar a lo que has hecho.

Si alguien te dirige una crítica puede que ésta tenga alguna validez o quizás el acusador proyecte en ella algún problema, que él mismo arrastra. Para dilucidar esta duda, ante cualquier crítica que recibas, formula estas dos preguntas:

. ¿Me ayudará esta crítica a ser mejor?
           
. ¿Se me ha planteado con amabilidad?

Si contestas que sí a estas dos preguntas, lo más probable es que la crítica sea constructiva. Si es que no en ambas, el criticador, probablemente, esté proyectando en la acusación sus propios temores.

Quien hace críticas destructivas no busca soluciones. Sólo persigue una intención perversa: debilitar a su oponente para sentirse él mejor o superior. A pesar de todo, como afirmaba Friedrich Hebbel La crítica siempre es útil: cuando no me hace conocer mis defectos, me enseña de mis censores.

En cualquier caso, las críticas sólo nos afectarán en la medida en que nosotros permitamos que  nos afecten. Ante  un reproche, podemos decidir enojarnos mucho, poco o nada. Depende de nuestro diálogo interno. Si la crítica no está bien formulada o es incierta, lo más positiva es limitar su influencia negativa pensando cosas como: No tengo por qué molestarme ni creerme lo que me ha dicho, ni siquiera merece que le conteste, No sabe lo que dice.

6- Aprovecha la oportunidad
Aprovecha de la crítica la información que pueda serte útil. Las críticas, en general, suelen contener datos importantes que pueden emplearse para el crecimiento personal. Ponernos a la defensiva nos impedirá recibir más datos que pueden servirnos.

7- No imagines más de lo que te han dicho
No leas en la crítica más de lo que el criticador pretenda. No caigas en la sobrevaloración de la crítica.

8- Demora tu respuesta
Si alguien nos critica, la respuesta inmediata es rechazar la acusación, ponernos nerviosos, y reaccionar con ansiedad y a la defensiva.

Pospón una respuesta directa a la crítica hasta asegurarte de si el propósito de ésta es mejorar una situación o dejarte a ti en mal lugar.

9- No apeles a tus sentimientos
No te defiendas de la crítica argumentando los sentimientos negativos que te produce, sino  céntrate sólo  en el hecho que se critica. Apelar sólo a nuestras emociones para justificar nuestro comportamiento censurable nos impide razonar, lo cual nos predispone a repetir en el futuro el mismo error.

10- Analiza el derecho del criticador
Asegúrate de que la persona que critica sabe lo suficiente sobre lo que desaprueba y si le asiste el derecho moral de hacerla.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Críticas en la vida de pareja

Criticar lo menos posible a tu pareja es una forma de mostrar respeto hacia sus puntos vulnerables. Sin embargo, solemos caer en el error de criticar más que elogiar a nuestra pareja, para hacerle sentir dolor, que se crea culpable y conseguir así de ella lo que pretendemos. No obstante, la crítica produce el resultado opuesto: resistencia al cambio, ponerse a la defensiva y , en el peor de los casos, resentimiento.

El mayor error que podemos cometer es intentar cambiar la forma de pensar del otro para que se acerque a la de uno mismo.

Cuando sientas el urgente impulso de criticar, pregúntate: ¿Lo que estoy diciendo va a tener un impacto positivo? Tras esta reflexión habla de forma correcta, no ofensiva, eligiendo bien tus palabras. Muestra con tu pareja la misma cortesía que dedicarías a tu más querido amigo, o mejor aún, la que empleabas cuando erais novios.

La táctica a emplear en la vida de pareja para que tal relación se mantenga armónica se basa en dos premisas:

1. NO CRITICARSE (salvo en casos absolutamente necesarios)

2. MANEJAR SÓLO ELOGIOS (merecidos)
    Ejemplos: Te queda muy bien ese traje. Muchas gracias por dejarme el café recién hecho. etc

El fracaso de una pareja ya se puede predecir si abundan las críticas y las acusaciones, Para emparejarse, hemos de tener resueltos los problemas personales y no arrastrarlos a la futura convivencia.

Mira lo positivo

Dirigir indirectas o no elegir cuidadosamente las palabras con las que criticamos no son buenos sistemas para mantener una placentera relación de pareja. Una regla para evitar el deterioro de una relación amorosa podría titularse MIRA LO POSITIVO. Si tú te fijas sólo en la parte negativa de tu pareja, cosecharás de ella sólo sentimientos negativos. Lo que importa no es lo que ves, sino cómo lo miras.

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No se lo digas así... Díselo así

No le digas..     Mejor dile...
Tienes que ponerte a régimen (las críticas erosionan la relación) ¿Te gustaría que hiciéramos deporte juntos o probáramos algún  régimen de alimentación?
Tú nunca me prestas atención (convertimos al otro responsable de nuestro malestar) No me siento atendido/a por ti (así se expresa el sentimiento que uno tiene, no lo que le otro hace. Muchas críticas empiezan con el pronombre y acusar de modo directo causa, por lo general, ira y resentimiento. Es preferible que las quejas hablen de lo que tú quieres o cómo te sientes, Me gustaría saber de antemano cuándo no puedes llegar a la hora.
Nunca pasamos tiempo juntos Me gustaría que pasáramos más tiempo juntos
Tenemos que hablar.
Sé que te pasa algo. Cuéntamelo

La mejor manera de que un una persona libremente es propiciar una situación que no parezca acusatoria, sin que se sienta presionado por frases intimidatorias, que lo ponen a la defensiva. Es mejor decir:  Tengo la impresión de que te ronda algo por la cabeza Si quieres, hablamos de ello.
Tráeme el periódico ¿Podrías traerme el periódico, por favor?
Lo digo por tu bien El que la pronuncia se coloca en un plano superior al otro. Presume de saber lo que al otro le conviene. Es mejor decir ¿Te gusta así? Yo lo haría de otro modo.
¿Te puedo preguntar algo? Esta pregunta casi siempre tiene una connotación acusatoria. Es mejor decir: ¿Te importa que hablemos de...?
Pues tú, el año pasado, cometiste el error... No malgastes el tiempo recordando al otro sus posibles errores cometidos en el pasado. Es una crítica que no aporta nada constructivo. Sólo pone de relieve tu carácter resentido.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Mensajes del "Tú" - Mensajes del "Yo"

Mensajes del TÚ          
                            
Mensajes del YO                                               
"Tú" se concentra en la otra persona, Me haces enojar (culpa) cuando eres tan desconsiderado (juicio de valor). "Yo" se concentra en uno mismo.
Me siento enojada (comunicas un sentimiento) cuando llegas tarde (descripción de la conducta)
Cuando dices "Tú", no aceptas tu responsabilidad. Proyectas la culpa sobre el otro y lo responsabilizas de tu estado emocional.  Cuando dices "yo", te haces responsable de tus sentimientos.
Emites un juicio de valor, al decir "eres tan desconsiderado". Describes una conducta (cuando llegas tarde)
"Tú" invita a cerrar la comunicación, ya que evalúas a la persona. "Yo" invita a abrir la comunicación (no acusas, sino que dices cómo te sientes).

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Críticas entre padres e hijos

Sé indirecto antes que confrontacional

Los adolescentes reconocen en seguida la exageración y la teatralidad. Los hijos aborrecen qu eles des conferencias. En su lugar, es preferible tratar de convencerlos, expresándoles cómo te sientes. Explícale a tu hijo por qué es preocupante para ti su conducta.

Los hijos , por su parte, también necesitan que los padres reconozcan que su independencia va creciendo. Es importante darles más control en las tomas de decisión, siempre que su seguridad no esté amenazada.

Reconoce los sentimientos de los niños y los adolescentes

Los sentimientos y las emociones de los hijos deben tomarse en cuenta muy seriamente, incluso aunque los padres piensen que la situación no es importante. No subestimar sus quejas o aprovechar la situación para criticarlo por otras razones.

Los hijos se sienten atacados cuando les hacemos críticas, porque se pueden sentir ineptos. Puede ser que se vuelvan respondones, hostiles o desobedientes. La críticas no sólo no los animan a cambiar su conducta, sino que los puede volver resentidos, especialmente cuando no se han respetado las normas del Lenguaje Emocionalmente Correcto.

La mayoría de nosotros elige cuidadosamente las palabras cuando nos dirigimos a los amigos o a la gente que no conocemos. Sin embargo, cuando hablamos de nuestros hijos tendemos a decir las cosas sin pensarlas demasiado, lo que resulta muy perjudicial para ellos. No obstante, las críticas mal expresadas pueden sustituirse con técnicas de aprendizaje positivo. Veamos algunos ejemplos:

NO SE LO DIGAS ASÍ...                                    DÍSELO ASÍ...                                                 
¿Por qué no puedes ser más cuidadoso?              
¿Por qué nunca miras lo que estás haciendo?              
Si el hijo comete alguna torpeza, por ejemplo, rompe un vaso, no es conveniente reaccionar impulsivamente con preguntas críticas. Es mejor decirle lo que tiene que hacer para resolver el problema: Los cristales se tienen que recoger. Aquí tienes una escoba" Una reacción calmada es más efectiva que apuntar los defectos del hijo
¿Has ido esta tarde a clase en vez de ir al cine? Si un padre formula esta pregunta con tono acusatorio, la tendencia del hijo será negarlo, con lo que probablemente, se cree una tensa discusión. Es mejor dirigirse al hijo con tono calmado y decirle: Un vecino me ha comentado que le ha parecido verte en el cine esta tarde.
¿ Por qué nunca te acuerdas de dejar tu ropa ordenada en el armario? Cuando termines de estudiar, me gustaría que colocaras tu ropa en el armario.
Ordena tu habitación Es preferible formular la petición de forma específica: Por favor, pon toda esa ropa que está amontonada en la lavadora.
¡Que sea la última vez que lo haces! ¡Quiero ver tu cama hecha! Hay que evitar expresiones agresivas, amenazantes,o  chulescas. Con formas autoritarias se presiona al hijo o adolescente para que haga algo por obligación. Se le somete a un reto que él interpreta como un control.

Es mejor decirle, por ejemplo, Estaré orgulloso de ti si haces tu cama.
¡Te he dicho mil veces que... La exageración en la crítica le hace perder efectividad. Es mejor sugerir: ¿Recuerdas lo que te dije sobre...?
¡Quiero hablar contigo del problema ahora mismo! Ésta es la forma más segura de boicotear una buena comunicación con tu hijo. Cuando los adolescentes observan que sus padres se ponen muy serios y van a sermonearlos, generalmente desconectan. Resulta más eficaz iniciar la conversación de forma casual. Escoge el momento oportuno para discutir algo, por ejemplo durante una pausa publicitaria: Por cierto, ¿cómo está ese problema que tenías con tu profesor?
Pero si es muy fácil! Si me hubieras escuchado! Tal comentario puede hacerlo sentir más inepto. Es mejor decirle: No es fácil ¿eh?, pero vamos a ver si lo conseguimos.

Reflexiona si, con alguna frecuencia, utilizas con tus hijos éstas u otras frases críticas. Si es así, anótalas y busca otras alternativas correctas (no directas), y anótalas.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

El arte de elogiar


No hay que esperar a que las personas te rodean hagan algo bien hecho -y mucho menos extraordinario- para dedicarles alguna frase amable. Un detalle cotidiano, un favor, la simple apariencia mejorada, etc, es suficiente para practicar el elogio.

Elogiar es una maravillosa herramienta para motivar a la gente, Pero, con demasiada frecuencia, permitimos que se oxide por no usarla.

Hay que cuidar mucho el modo en que se emplea el elogio. Es preciso elegir bien el motivo, el momento, la forma de expresarlo -sin caer en la vulgaridad ni en la exageración-para que la alabanza sea creíble y convincente. Y, por encima de todo, no atravesar la sutil barrera que a veces existe entre la adulación gratuita y el elogio.

Entendemos por adulación la exageración de cualidades o inventarse las que no tiene. Adular es mentir. La mayoría de la gente es consciente de sus limitaciones y advierte en seguida cuando el elogio no es sincero.

Hay una manera de saber si te están elogiando o adulando. El adulador dirige sus halagos a lo que la persona es, no a lo que hace.

Adular: Enrique, eres el mejor conferenciante que jamás he escuchado.
Elogiar: Enrique, tu conferencia ha sido realmente atractiva. Necesitaríamos escuchar más charlas como las tuyas.




Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

Maneras de reaccionar al elogio

Ritualística
Se expresan las gracias o se sonríe, devolviendo si procede, el elogio (Lo mismo digo, Tú también)

Complacida
Se manifiesta placer por el elogio recibido (Me alegro que te guste)

Aceptación con enmiendas
Se reconoce la alabanza, pero reaccionando con cierta incomodidad, e incluso a veces poniéndose a la defensiva, minimizando el mérito aludido (En realidad fue una idea de mi mujer, Fue simplemente una cuestión de suerte, Bueno, lo hago lo mejor que puedo, Me gustaría que fuera como tú dices).

Rechazo
Los elogios también pueden ser tan incómodos, molestos o turbadores para el receptor que los rechaza directamente (No puedo tomar en serio lo que dices, Tú estás ciego, Estás de broma, ¿no?). Tiene dudas sobre las capacidades que se atribuyen.

El elogio no constituye siempre, pues, una táctica emocional efectiva, especialmente cuando el destinatario lo percibe de forma absolutamente negativa. También puede depender de:

- El estado de ánimo del receptor (la mala intención con que éste lo reciba).
- La exagerada frecuencia con que se ejercita (el elogio tiene valor en función de su no abundancia).
- La falta de credibilidad (insinceridad) que la alabanza transmita.
- Los motivos ocultos que el mensaje pueda encerrar (intentar obligar a hacer algo).
- La percepción del elogio como preludio de una crítica.
- Percepción del elogio con el temor de no ser capaz de vivir al nivel de excelencia que han atribuido al elogiado.
- La persona de que proceda el elogio.  Si procede de alguien carente de gusto o inteligencia, por ejemplo.

Es decir, cuando la forma de expresar un elogio en el receptor expresa dudas, éste lo puede percibir como:

- Una amenaza para manipular su conducta.
- Un medio consciente o inconsciente de establecer la superioridad del que elogia.
- Una obligación de estar siempre a la altura del elogio.
- Un factor distanciador

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Reglas de oro para dar elogios

1- MANIPULACIÓN DE LA CONDUCTA

El elogio no deja de ser una evaluación. Y ser examinado siempre produce cierta incomodidad. ¡Nos pueden descubrir los defectos que tanto trabajo nos cuesta ocultar!

Las más recientes investigaciones psicológicas indican que cualquier evaluación -positiva o negativa - tiende a poner a la gente a la defensiva. Se tiende a pensar, pues, que todo elogio debe tener su contrapartida negativa (crítica). Probablemente, porque cuando se evalúa a alguien a menudo se intenta cambiar la dirección de su conducta. De alguna manera, el elogio se convierte en una evaluación negativa: si alguien intenta cambiarte, es que lo estás haciendo mal.

Por otro lado, el cambio de conducta que intenta propiciar el elogio no necesariamente beneficia al elogiado. Puede redundar en beneficio del elogiador. Por ejemplo, cuando elogiamos a un empleado por informar puntual, clara y ordenadamente de su actividad, nos está ahorrando tiempo y trabajo.


2- EVITA MOSTRAR SUPERIORIDAD

Elogiar es también una manera de ganar estatus sobre el elogiado. El que alaba se ubica en posición de enjuiciar al otro. Lo está catalogando.

3- OBLIGACIÓN DE ESTAR A LA ALTURA DEL ELOGIO

Otro de los aspectos más amenazantes del elogio es la obligación que el receptor siente - de continuar siendo- una persona loable. La responsabilidad de proyectar siempre nuestra mejor imagen. nuestro mejor yo, supone un esfuerzo tan grande que se convierte en un verdadero problema muy difícil de soportar. Es lógico, pues, que tratemos de defendernos de él.

4- LA INTELIGENCIA NO ES ELOGIABLE

Las personas que reciben alabanzas sobre su inteligencia acostumbran a rendir por debajo de su capacidad, tanto en sus estudios como en el trabajo. Los que reciben elogios por su inteligencia prefieren no arriesgarse en tareas difíciles o nuevas a cambio de asegurarse siendo considerados inteligentes.

El problema es que hay mucha gente que espera el elogio, lo necesita y lo agradece. Para muchas personas, su autoestima fluctúa hacia arriba o hacia abajo, en función de las frases positivas que reciben. Para ellas es importante sentirse valoradas por los demás. En nuestra sociedad hay excesiva dependencia de la aprobación de los otros, una tendencia que hay que reducir.

Si tu autoestima depende de los elogios recibidos, te verás obligado a comprobar continuamente que tu valor como profesional o como persona depende de si alguien te ha elogiado o no. La autoestima de la persona equilibrada sigue impasible tanto si se la vitupera como si se la elogia.


5- CUESTIÓN DE CREDIBILIDAD

Un elogio expresado por escrito puede ser aceptado más fácilmente que si es pronunciado cara a cara. Podemos saborearlo, reflexionar sobre él, sin necesidad de tener que reaccionar inmediatamente inventándonos la típica respuesta modesta. Incluso puede ser más creíble, y por ende, más gratificante.

6- EXAGERADA FRECUENCIA

Hay que evitar dedicar elogios con exagerada frecuencia a la misma persona. Abusar de ellos les resta autenticidad y  valor al reconocimiento, lo que puede provocar el rechazo del elogiado. De todos modos, para administrar bien el elogio hay que actuar como los médicos : aplicar la dosis más fuerte a los pacientes más débiles.

7- ELOGIA SINCERAMENTE

Una de las reglas básicas para que el elogio sea aceptado es que se diga con sinceridad. Las personas están más predispuestas a aceptar elogios que encajan con su propia evaluación. Recuerda también que un elogio no parecerá sincero ni creíble si, después de pronunciarlo, ¡le pides un favor al receptor del mismo!

8- SÉ ORIGINAL Y ESPECÍFICO

Repetir lo que millones de personas han dicho da la sensación que tu alabanza es mecánica, irreflexiva y, por lo tanto, sabida. Trata de que ésta sea personalizada y original. Recuerda que hay que elogiar lo que uno ha hecho bien, no lo que uno es.

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Experimenta tú mismo

Parece una contradicción, pero es más fácil elogiar a la gente que tiene alta autoestima que aquella que es insegura. La que se autovalora alto espera el elogio, pero para la persona con baja autoestima, el elogio viola su sentido de la realidad (así que hay que moderarse con la alabanza).

Si dudas de los diversos efectos que el elogio puede provocar, te proponemos los siguientes ejercicios:

Ejercicio A

La próxima vez que elogies a alguien fíjate en qué clase de reacción provocas en tu receptor:

- ¿Se abre el diálogo, se pone a al defensiva, o se siente inseguro o incómodo?

- ¿Parece querer continuar la charla o terminarla?

- ¿ Parece estar más motivado para trabajar o menos incentivado?

Ejercicio B

Después puedes comprobarlo en ti mismo:

- ¿Cómo te sientes cuando recibes un elogio?
- ¿Qué haces o dices para responder al mismo?
- ¿Cómo te sientes cuando tú elogias?
- ¿Qué estás intentando conseguir con el elogio?

Resumiendo, puede decirse que es cuestionable que el elogio se siempre un combustible que motiva y estimula a la gente. Pero, por otro lado, no hay duda de que un elogio dado de forma correcta es extremadamente útil como lubricante en las relaciones humanas. Las mantiene en un estado equilibrado y armonioso que se parece a la felicidad. ¡Pero no te asustes si la situación no dura!

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El elogio en las relaciones de trabajo

Digámoslo claro: no se puede esperar el máximo rendimiento de un empleado del que no se le reconoce la importancia de su  labor. Si un jefe quiere estimular a un subordinado para que trabaje a gusto, debe reconocerle su esfuerzo, su interés, y no escatimar elogios sinceros en los momentos oportunos y resaltar sus méritos. Si nunca lo hace, el empleado puede inferir -erróneamente- que su trabajo no es satisfactorio: Si no puedes decir nada agradable, no digas nada.

Las leyes ocultas de la motivación
Hoy se sabe, desde la perspectiva de la Inteligencia Emocional, que las personas no dejan nunca de estar motivadas. Lo que llamamos "desmotivación" no es otra cosa que un cambio de dirección de la motivación: ahora son otras las razones por las que nos movemos.

La clave para recuperar la motivación no es reencontrarnos con los antiguos motivos que nos hacían vibrar en el pasado, sino indagar e identificar las emociones que ahora nos invaden (resentimiento, angustia, culpa, miedo, etc)

Cuando este estado de insatifacción (o desmotivación) aparece, hay que interpretarlo como un síntoma que nos impulse a averiguar las verdaderas razones de nuestro desánimo.

¿Qué incentiva, pues a los trabajadores? Actualmente, está demostrado que a las personas no sólo se las motiva por razones externas, como por ejemplo, mejorando sus condiciones de trabajo, incrementando su sueldo o reduciendo sus tareas. Ninguna de estas ventajas, por sí solas, hará que el rendimiento de los empleados se eleve. Por lo general, los factores que más influyen son intrínsecos - cuando la motivación viene desde dentro, no desde fuera:

1- Un trabajo estimulante adaptado a la persona: intentemos averiguar qué es lo que el empleado desea de su trabajo y hagamos lo posible para satisfacerlo. Estará más a gusto y rendirá más.

2- Asumir responsabilidades: mientras más cosas pueda decidir por sí mismo, mayor será el esfuerzo que realizará para ponerlas en práctica.

3- Deseo de expresarse a sí mismo: interés por expresar la propia individualidad en el trabajo.

4- Deseo de reconocimiento y autoestimación: nada es más apreciado por un trabajador que el reconocimiento de sus méritos a través del elogio honesto.

Es emocionalmente básico hacer saber al empleado que su trabajo es importante, que tiene sentido, que contribuye a la evolución de la compañía con sus cualidades y conocimientos. Este tipo de mensajes refuerzan la autoestima del receptor, algo también necesario para que se considere "alguien" en la empresa. La importancia de la motivación en el trabajo la refleja la siguiente historia:

Un viajero se acercó a un grupo de canteros y le preguntó al primero:

- ¿Qué estás haciendo?
- Ya ves, respondió del otro, aquí sudando como un idiota y esperando que llegue la hora de largarme a casa.
- ¿Qué es lo que haces tú?, preguntó al segundo.
- Yo -dijo- estoy aquí ganándome mi sueldo para alimentar a mi familia.
- Y tú - preguntó al tercero-, ¿qué es lo que estás haciendo?
- Estoy - respondió- construyendo una catedral.

Cuando un empleado se identifica y comprende el sentido de su trabajo, esto es, el objetivo que la empresa quiere alcanzar, su motivación crece notablemente y se siente una pieza importante dentro de ese organigrama. Otra forma de hacerlo sentir importante es tenerlo al corriente de los futuros proyectos de la compañía.

Es cierto que, para cualquier empleado, la promoción, un mayor salario, las rotaciones para desempeñar diversas funciones, la comunicación, etc, son factores motivacionales. Sin embargo, si una vez satisfechos esos factores no van acompañados del reconocimiento por medio del elogio, todo el respeto por las demás reglas motivacionales puede fallar.

Las claves para un elogio efectivo en el ámbito laboral son:

1. Elogia siempre el trabajo bien hecho.
2. Aprende a elogiar sin emplear la adulación.
3. Haz sentir importante al empleado.
4. Mantenlo informado de los planes futuros de la compañía que le afecten.
5. Hazle sentir emocionalmente seguro en la compañía.

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Fuente: No se lo digas a nadie ... así. Mejora tus relaciones a través de la inteligencia emocional. Francisco Galván

El agradecimiento como elogio

Expresar gratitud cuando alguien te ha hecho un favor, por pequeño que éste sea, es una de las mejores fórmulas para mejorar una relación, tanto para el que expresa como para el que la recibe. Probablemente a ti te guste que te agradezcan un regalo o te reconozcan lo que has hecho por alguien, pues a los demás, obviamente, también. Pero hay personas reticentes a dar las gracias.

¿Por qué hay personas que no dan las gracias?

Algunos no han recibido el oportuno aprendizaje en la infancia y otros no lo han interiorizado.

De adultos, la persona obsequiada imagina que si se lo cumplimenta es por algún interés oculto. Este prejuicio es, por lo general, heredado de los padres cuando, delante de sus hijos hacen comentarios sobre "El mundo egoísta e hipócrita en el que vivimos, donde cada uno va a lo suyo y trata de aprovecharse de los demás".

La timidez, la vergüenza, o el creer que no somos merecedores de un detalle pueden, asimismo, impedir ejercitar el agradecimiento, es decir, la falta de confianza en uno mismo, o tener una baja autoestima.

Por último, algunos tampoco saben dar las gracias porque, desde su orgullosa perspectiva, están persuadidos de que cuando los demás hacen algo por ellos es porque era su deber (se lo debían).


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